II.

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“Chifuyu… “ murmuró Kazutora, quien sostenía una pequeña nota

— ¿En quién piensas, gatita? — dijo su compañero de celda, el responsable de que suspendieran las cartas (aunque a Kazutora parecía no molestarle en lo más mínimo, prefería ver a Chifuyu através de un cristal reforzado porque bueno… las palabras se las lleva el viento, como bien le dijo su madre alguna vez) —. Me he enterado por Tetta que has recibido visita ¿por qué no me dijiste nada? ¿acaso ya no somos amigos?

— Cállate la puta boca de una vez, Hanma. — bufó Kazutora — ¿acaso no tienes cosas que hacer? ¿por qué no vas a vender el culo por una dosis como en los viejos tiempos, eh?

— Repítelo.

— Que por qué no vas a ven.. — Kazutora se vio interrumpido por un puñetazo de Hanma que fue directo hacia su mandíbula.

— ¿Podría saberse desde cuándo me contestas de esa manera, Hanemiya? — exclamó Hanma, mientras tomaba a Kazutora por el cabello para que se levantara del suelo, llevándole de espaldas contra su cuerpo. — ¿Qué traes ahí escondido, muñequita? anda, déjame echarle un vistazo.

Kazutora reaccionó sin siquiera pensarlo. Golpeó a Hanma con su cabeza pues no había mucho que pudiera hacer estando de espaldas y bajo el agarre del contrario.

— Vete a la mierda, imbécil.

Hanma se estaba sosteniendo la nariz, tratándo de parar la hemorragia que el más bajo le había provocado.

— Pedazo de zorr- Shuji no alcanzó a terminar la oración pues se había quedado sin aire por unos segundos gracias al golpe que recibió en el estómago.

— Te he dicho que te calles la puta boca.

Kazutora sabía que no debía ceder a sus impulsos, sin embargo, no quería que Hanma encontrara aquella nota que Chifuyu logró escabullirle pues temía ponerle bajo riesgo ya que conocía cuán peligroso podría ser su compañero de celda cuando así se lo proponía.

Su corazón se ciñe cada vez que su nombre discurre por su mente. Kazutora sin duda alguna había quedado totalmente cautivado por la inverosímil gallardía de Chifuyu desde el primer día cuando recibió una carta de Baji y aún más en el día en cuál lo vio con sus propios ojos y no los de Keisuke, que se quedaba corto al describir el encanto pues le veía de manera regular a diferencia de él.

Un suspiro escapó sus labios. 

"Chi-fu-yu."

Él muchacho con cabellos dorados qué iluminaba la vida de Hanemiya. 

Aún es vívido el recuerdo en su memoria de aquél día de verano, en plenas vacaciones en el cual le vio en el patio trasero de su casa después de esperarle incontables horas a la salida de su secundaria, siguiéndole sigilosamente como si de su propia sombra se tratase; su musa se encontraba sentada en una reposera, mientras una singular manzana roja, casi edénica, descansaba en sus labios. Esos volubles labios carmín que Kazutora quería atiborrar con la locura que él creía por amor, los mismos que lo llevaron por su egoísmo a la perdición. Chifuyu tenía sin duda alguna una piel tan delicada que después de llorar tendía a inflamarse y enrojecer, volviéndose morbosamente seductora para él. 

Bonitos dientes aperlados se hundieron en aquella manzana jugosa haciendo que un hilo del mismo bajara lentamente por los labios de Chifuyu, deslizándose por su cuello y muriendo en su pecho. - click - y el momento había sido capturado para siempre por Kazutora ya que sentía cierta envidia de aquella manzana, pues, claro ¿quién no querría que aquella belleza con ojos índigo, sumamente engatusadores no tomase un pedazo de usted, pasando por sus labios para fenecer en su tórax? ah… simplemente magistral.

das Trauern - KazuFuyu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora