ACTO IV, ESCENA III

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Funebrio Armo es el noble más poderoso de todo el pueblo y su casa le hace justicia, es tan grande que necesitará de los servicios de una criada, una criada Argoniana. Bajo el velo de una fría noche Funebrio Armo y Subesu Faldón, su criada, tienen una pequeña conversación... 


Subesu Faldón: ¡Por supuesto que no, mi señor! Solo he venido aquí a limpiar vuestros aposentos.


Funebrio Armo: ¿Es la única razón por la que has venido aquí, pequeña?¿La limpieza de mis aposentos?


Subesu Faldón: No sé a lo que se refiere. Tan solo soy una pobre criada Argoniana.


Funebrio Armo: Eso es lo que eres cariño, y se te da bien, por cierto. Qué piernas más fuertes tienes y qué bien te sienta ese faldón.


Subesu Faldón: ¡Señor, me está avergonzando!


Funebrio Armo: No temas, conmigo estás a salvo.


Subesu Faldón: Tengo que terminar de limpiar, señor. ¡La señora pedirá mi cabeza si no lo hago!


Funebrio Armo: Debes limpiar, ¿eh? Tengo un trabajito para ti, ven, límpiame la lanza


Subesu Faldón: ¡Pero es enorme! ¡Podría llevarme toda la noche!


Funebrio Armo: Tenemos mucho tiempo, cariño. Mucho tiempo.


En el calor de la casa del noble Funebrio Armo, Un túpido velo tapaba a los dos amantes mientras la jóven noche sólo acababa de empezar...




FIN DEL ACTO IV, ESCENA III





LA SENSUAL DONCELLA ARGONIANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora