𝙴𝚕 𝙰𝚜𝚎𝚜𝚒𝚗𝚘 𝚍𝚎 𝚕𝚘𝚜 𝙾𝚓𝚘𝚜 𝙼𝚒𝚎𝚕 - 𝕱𝖆𝖗𝖈𝖚𝖘

I

Era el tercer cadáver que encontraban esa semana, esta vez lo encontraron en el rio. Las heridas eran las mismas que las de los fallecidos anteriores y después de un análisis del forense la muerte igual, la ciudad era un caos desde entonces. La gente temía salir de su hogar y ante cualquier indicio de que los seguían o alguien con un comportamiento sospechoso llamaban de inmediato a la policía, la comisaria trabajaba sin descanso, los patrullas iban y venían por toda la ciudad.

El capitán del escuadrón buscaba como desesperado al culpable de todo eso y los rangos altos hacían lo mismo, el comisario y forense Focus observaba el cuerpo tendido en una mesa metálica a la espera de las personas que lo reconocerían. El hombre bajo la bolsa no tendría más de veinticinco años, era de tez morena clara, lo más curioso en este era su extraño cabello, pintado de colores anaranjados y amarillos simulaba la melena de un león. Focus había declarado muerte por estrangulamiento, había sido muy sencillo llegar a esa conclusión, tenía visibles marcas de manos en el cuello y la garganta hinchada. Según su DNI su nombre era José Cristo.

Mientras el pelinegro pensaba en quien pudo haber matado a ese hombre la puerta se abrió y entro Pato acompañado de un joven, este era muy alto, se podría decir que media más de dos metros pero aun cuando era amenazador por su altura su rostro era todo lo contrario, de piel morena, ojos grandes y de color miel, su cara era dulce.

-Cuervo, él es Fargan, por lo visto es familiar de él -dijo el comisario de mascara azulada señalando el cuerpo en la mesa, tras presentarlo salió del lugar dejando un ambiente un tanto incomodo

-Puedo verle? -dijo el chico sobresaltando al mayor, este estaba embobado con la belleza del castaño.

-C-claro -contesto nervioso, quito la sabana que cubría el cadáver y el joven se acercó a echar un vistazo, su rostro se mantenía inmutable cosa que asusto un poco al oficial. Acaricio el rostro del peli naranja y susurro algo que el forense no llego a oír, incorporándose nuevamente se alejó del cadáver y lo observo fijamente.

-¿Está usted bien, señor? -cuestiono Focus tras varios minutos de absoluto silencio

-Si...solo no puedo creer que este muerto -murmuro y sus ojos se llenaron de lagrimas

-Se que esto puede ser difícil, pero le puedo asegurar que en este departamento policial estamos haciendo todo lo posible para atrapar al culpable -dijo rápidamente cuando el joven a su lado se agacho y sus sollozos fueron aumentando

-No! ¡No lo entiendes! El me golpeaba, ¡merecía esto! -exclamo haciendo brincar al policía, su rostro estaba iluminado por una expresión de locura y tal vez alivio.

-Sera mejor que salgamos -dijo acercándose poco a poco a Fargan y tomándole del brazo, le saco del lugar rápidamente y le dejo tomar aire.

Era muy extraño que alguien se alegrara de la muerte de otro, claro está que entendía su alivio, después de todo le maltrataba. Pero ni en esos casos había visto a alguien tan feliz, se recargo en una barandilla y saco un cigarro de su chaqueta mientras vigilaba que el chico no escapara. Tal vez podrían tomarle testimonio y mandarle con un psicólogo, así superaría los traumas que tenía. El chico se acercó a él y le quito el cigarro de la boca poniéndolo en la suya, dejo salir el humo en un largo suspiro y cerró los ojos recargándose en el hombro del mayor.

-Venga, le deben tomar declaración y después podrá ir a su casa -dijo este rodeándole con el brazo y entrando de nuevo a comisaria.

Salieron dos horas después por la misma puerta, el moreno tenía lágrimas en los ojos y el forense le tomaba del brazo caminando al parking. Después de mucho pensarlo decidió que el castaño no estaba en condiciones de conducir hasta su casa así que él le llevaría, abrocho el cinturón del joven cuando este subió a su auto y le pidió que pusiera en el GPS su dirección.

-Llévame al cementerio -ordeno el joven cuando el auto arranco, Focus no dijo nada, el entierro de José Cristo había sido hace una hora y tal vez quería pasar tiempo a solas con él.

Detuvo el coche frente al deprimente lugar y haciendo una seña lo vio bajar del coche, durante unos minutos lo observo, pero cuando el joven cayo de rodillas frente a una lápida arranco el coche.

****

Fargan miraba la tumba frente a él pero en realidad esperaba que el coche se fuera, cuando oyó el motor ya lejos se incorporó y camino varios metros más. Se detuvo frente a tres lapidas y empezó a reír a carcajadas, no podía creer que ya estaban bajo tierra esas personas que lo habían hecho sufrir, claro está que aún faltaban, pero era un buen inicio. Arranco unas flores de un arbusto y las dejo frente a él, leyendo los nombres grabados en la piedra. Alex. William. Y ahora José Cristo...

****

El tintineo de unas llaves y la puerta crujir al ser abierta despertaron a Luzu, llevaba más de una hora acostado en el sillón en espera de su marido, un hombre de mediana edad entro en la habitación y se dejó caer junto al castaño. Tomo su mano y la lleno de besos calmándose al oír las pequeñas risitas que este soltaba, su día había ido horrible y solo quería dormir.

-Encontramos a otro más -dijo de repente Auron causando que le diera un bajón al contrario

-Quien era? -pregunto en un susurro

-Su ex -contesto con la mayor frialdad posible, el mayor empezó a llorar y Auron regañándose a sí mismo por semejante descuido le cogió entre sus brazos.

-Tranquilo cariño, tranquilo -decía mientras acariciaba el suave cabello de su chico

-Sabes que vendrá por mí, ¿verdad?-dijo entre hipos mirando a los ojos cafés, por años había estado oculto, esa ciudad era la perfecta para que no le encontrara y ahora estaba a metros de él

-No te hará daño, no lo permitiré -tranquilizaba Auron al chico pero no estaba tan seguro, José Cristo había sido protegido durante años y ahora estaba en un ataúd. Su móvil empezó a sonar pero sin soltar a su esposo lo tomo, Luzu oía los vagos "si" y "no" del moreno pero se alteró al ver como su mirada se oscurecía.

-Que pasa cariño? -cuestiono cuando el teñido colgó la llamada

-Fue a comisaria a reclamar el cuerpo

Eso fue como un balde de agua fría