fue una llamada extraña, una llamada bastante extraña diría jungwon. quiero decir, jay es un tipo raro de por sí pero ¿un regalo? ¿qué quiso decir con lo de encontrar su respuesta?
dejó su celular sobre la mesa y se dirigió, aún confundido, hasta su cama, que había sido invadida por sus tres gatos, jaycito, miniwon y gene, casi no había lugar pero se acostó de alguna manera.
pensó y pensó opciones de lo que probablemente sea el regalo del que le habló su novio, no le llegó nada a la cabeza. ¿otro gato? no, sería muy difícil traer un animal desde tan lejos, ¿un álbum de itzy? tampoco, es su grupo favorito, jay ya le había regalado dos y había completado su colección.
por último se le cruzó aquella opción, lo deseó y se permitió ilusionarse por un momento, pero lo descartó rápidamente.
miró a su costado, encontrándose con el pequeño animal de color naranja y ojitos como dos canicas. — yo también extraño a jay, miniwon.
con tranquilidad pasó su mano sobre la pequeña cabeza del felino, se sintió bien, casi como si mimar al gato lo relajara a él también y sin mucho más cayó dormido profundamente.
eran ya las siete de la tarde, tres horas después, cuando el timbre lo despertó de su larga siesta. sus ojos se abrieron sin ganas, había dormido un par de horas, sí, pero sentía que podía y quería hacerlo por cinco más, como sus mascotas, que no movieron ni un solo pelo con la llegada de quién, según él, sería su madre.
a pasos perezosos llegó hasta la puerta de la casa y allí abrió ésta, no preocupándose por los rastros de baba en su rostro ni las langañas formadas en sus ojitos.
grande, muy grande, fue su sorpresa cuando al abrir no encontró a su señora mamá, era un hombre, cabello negro con mechas rubias, cara de que iba a sacarte la mandíbula de lugar, jungwon sintió sus piernas temblar.
—¿qué mierda haces aquí?
—ey, ¿y esa reacción? – el alto rió, brillo en sus ojos.
el pequeño quedó en un tipo de ensoñación, la persona frente a él no le parecía real. con cara de no creer la broma alzó sus manos tocando el fino rostro contrario, toqueteando como para asegurarse de que estaba ahí, no lo llamen exagerado por favor.
—príncipe, estoy cien por ciento seguro que soy real, todavía no tengo el dinero para un holograma.
ni bien terminó de hablar, el de hoyuelos solo se abalanzó sobre su cuerpo en un fuerte abrazo, no sabía como un cuerpo tan flaquito y pequeño podía apretarlo tanto, aunque no le importó mucho sentir que lo rompía, sus brazos rodearon al menor con el mismo afecto.
— ¡no puedes hacer eso! – renegó yang una vez que se separaron un poco, sintió las manitas de éste golpear contra su pecho en un acto de berrinche.
— ¿qué cosa?
— ¡no puedes solo aparecer así de la nada, casi me da un infarto! sabes que tengo asma, si me pasaba algo iba a ser tu culpa.
— no seas dramático, si te avisé.
— ¡eso no es avisar, park jay!
el pelinegro rió por lo cómico de la situación, jungwon era tierno cuando le gritaba por lo que lo atrajo de nuevo en un abrazo cariñoso.
— no puedo creer que estés aquí...
— ¿estás llorando?
— no, te tengo alergia.
sus ojos lagrimeantes le delataban su mentira, pero no dejó que park observara porque, en un movimiento rápido pero no tosco, acercó el rostro del contrario hacía si. formaron un beso dulce, lento, no había porqué apresurarse, jungwon lo sabía, porque con ese toque cayó en cuenta de que jay estaba ahí, junto a él, y mientras fuera así, todo estará bien, el tiempo no existe en su universo.
con el compás de sus corazones sincronizados y labios un poco inchados, se separaron.
—no tienes idea de cuánto te extrañé. – dijo jay casi no pudiendo hablar por culpa de la enorme sonrisa formándose en su cara.
jungwon quería decirle lo mismo, quería contarle que lo extrañó tanto como jay a él, pero había tanto que quería decirle, recordarle cuánto lo ama, sus anécdotas en estos largos meses de distancia, tanto, que su mente no funcionaba al mismo tiempo que su boca. por eso solo lo abrazó, como si pudiera hacerle saber todo en su cabeza a través de sus brazos.
el mayor correspondió con el mismo cariño, de una manera en que el pequeño se sintiera protegido en su soporte, sabía que necesitaba eso, yang siempre buscaba su sostén cuando sentía explotar de emoción y él claro que no se lo negaba, al fin y al cabo, lo ayudaba a él mismo también.
jungwon suspiró en sus brazos y habló con tranquilidad. —debes conocer a jaycito, ven.
sujetó su mano y lo guió a paso medio rápido hasta su habitación dónde hallaron a los pequeños felinos todavía en sus sueños. el más pequeño de los tres levantó su cabecita de siete centímetros con ojos medio cerrados, miró detenidamente a park, intentando saber quién era ese desconocido en su hogar para luego levantarse y caminar hasta él lentamente.
—hey, hey. –saludó tiernamente el mayor tomando al pequeño con sus manos lo suficientemente grandes para caber todo el cuerpecito de la mascota.– eres muy lindo, ¿tu eres el que cuidó de papá jung mientras yo no estaba, verdad tigre?
el mencionado observó con una hermosa sonrisa como su novio dejaba caricias suavemente en el gato bebé. —debes estar cansado, ¿quieres acostarte un rato? –dijo cuando el gato se escapó luego de unos minutos siendo seguido por los otros dos.
—claro, pero acuéstate conmigo.
—acabo de tomar una siesta de tres horas pero si insistes.
—no lo hice.
—si, lo hiciste, a dormir.
luego de unos minutos en que jay agarraba su maleta, sacaba ropa más cómoda y se cambiaba, finalmente se acostaron en la cama del menor. en dos segundos ya estaban abrazados nuevamente, no queriendo soltarse por nada del mundo.
— ya no voy a soltarte, no quiero estar más alejado de ti, así que seré una garrapata.– habló el menor provocando cosquillas en el otro al tener su cara escondida en el cuello de éste, cuando escuchó sus risitas sopló a propósito y logró sacarle las carcajadas más lindas que ha escuchado.
— eres una linda garrapata así que no me importa.– contestó cuando calmó sus cosquillas.– espera. . .– dijo de repente, aprovechando que jungwon se volteó en ese momento lo besó con delicadeza, algo corto pero lindo.– ¿ya tengo mi 100/100 en tu materia?
jungwon tomó la cara de jay acariciando su mejilla con una mano mientras reía.— uno más y tal vez puedas llegar a 200.
de esa manera, entre risas y "te amo"s dichos suavemente se quedaron dormidos con una inmensa tranquilidad, saber que se podían encontrar a solo un dedo de distancia les entregaba una paz infinita, tenían la certeza de que al despertar encontrarían a su otra mitad junto a ellos.