Me siento dolida porque
se ha abierto la herida.
No se de donde vino ni porqué apareció,
pero ahí está y mi cuerpo es todo dolor.
Lo extraño.
Lo añoro.
El estar bien se volvió un objetivo lejano,
y ahora cada noche miro mi mano.
Tiembla.
Vacío, ese sentimiento que va y viene
pero nunca se pierde.
Ese sentimiento que me está comiendo por dentro,
y va en aumento.
Sigo esperando con el tiempo ver
desaparecer sin una vuelta.
Pero duele, quema.