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- ¿Y? ¿Con quién quedaste? - preguntó Lux cuando vió a Liv salir de la oficina con sus ojos puestos en el papel.

- Julia, Lauren, John, Mark, Bruno, Alex, Levi, Viktoria, Luke, Tina, Max, Sue... - no le gustaba nada lo que leía, así que arrugó el papel y lo guardó en su bolso. Más tarde le reenviaría la lista a su amiga.

Había pasado solo una semana desde que había elegido "Tecnología e información" como la orientación que seguiría durante el resto de su secundaria. La idea de pasar su tiempo rodeada de computadoras en ese lugar sonaba como un gran plan. Claro, no había pensado que sus amigos podrían elegir otras cosas.

Unos días pasaron de la elección, y el tema surgió en una de las salidas del grupo de amigos.

Vanessa había elegido Economía, y aunque no se lo hubiera dicho, la castaña sabía lo que podía pasar: sin embargo, era difícil asumir que ya no estaría con la única persona que la había soportado los últimos diez años.

Max escogió Informática, y esto tranquilizó a Liv. Se habían conocido en su primer año, cuando él acababa de entrar en el instituto. Habían pasado dos años, pero ambos recordaban el día que se habían conocido: Alex, quien se sentaba junto a ella, estaba retándola en un concurso de deletreo. Cuando fue derrotada, continuó desafiando a su amiga, sin éxito en el plan de lograr que se equivoque. En ese momento, el profesor entró al salón y dejó un trabajo para que hicieran en grupos. Casualmente, Max estaba ubicado delante de ellas dos, junto a una chica más. Él desarrolló una instantánea rivalidad con Alexa (que pronto se convertiría en amistad, aunque ellos aún no lo sabían), por lo que se unió al "concurso", iniciando una guerra de tres días: Liv odiaba perder.

Tina había decidido ir a Informática, para suerte de su amiga. A la pelirroja la tranquilizó inmensamente el enterarse que no estaría sola, con personas a las que apenas conocía y con las que nunca había compartido una lección. Por lo mismo, se lanzó a abrazar a la castaña cuando ésta dio a conocer su elección.

Sue se unió al abrazo entre las dos chicas, ella también temía no volver a estar con sus compañeras de siempre. Aunque claro, todos sabían que era a la que menos le costaría amigarse con alguien de ser necesario.

La opción que Lux había elegido era la misma que la de Vanessa. Ella no estaba del todo preocupada por dejar a su grupo, le preocupaba más terminar separada de su mejor amigo (del chico que le gustaba hacía casi seis años, que había elegido Tecnología también), Leigh. Sin embargo, se llevaba solo con unas pocas personas de su futura clase: comenzó a plantearse seriamente solicitar un cambio a Informática, puesto que no lo había escogido ya que se había autoconvencido de que era "demasiado complicado" para ella.

Jade, por otro lado, era la única a la que le había gustado Comunicación. Aún no tenía la más mínima idea de lo que quería estudiar, pero sabía que no le gustaban los números ni las computadoras y con eso fue suficiente para asegurar su elección. Aunque no lo demostrara, para ella también hubiese sido duro separarse de Vanessa y Liv, con quienes estaba desde quinto de primaria.

Alex también había elegido Informática; pues era la única que tenía claro qué era lo que estudiaría en la universidad. Y por supuesto, la carrera de Diseño gráfico estaba lo suficientemente relacionada a la materia.

Y así quedaron divididos los siete amigos. Claro, aún no sabían que ésta sería la última vez que se encuentren así: juntos, sin miedo al futuro, disfrutando del presente como los jóvenes que eran. Y claro, sin saber lo que les esperaba.

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Primer día de clase, segundo día, tercero...

Todos habían sido iguales para Worth, apodo ideado por Tina para la pobre Olivia un par de años atrás.

Apenas podía ver a Vanessa, Lux y Jade. Era horrible, había pasado de no separarse nunca de ellas a no cruzárselas ni en los pasillos.

Y tenía miedo. Tenía mucho miedo.

"Si en verdad son tus amigas, vas a hallar el tiempo para estar con ellas" le había dicho su madre cuando la joven expresó su preocupación. Era fácil decirlo, pero cuando apenas hablan por mensajes y solo comparten una sonrisa por día, las cosas se complican.

Y como si con esto fuera poco, Ryan había aparecido una vez más.

Ryan era quien había tomado el primer beso de Liv; su primer amor, la primera vez que lloró por alguien.

Habían tenido una relación que había durado unos pocos meses. Meses repletos de ternura, celos y cariño.

Aunque ambos creyeron que podrían pasar un largo tiempo junto al otro, las cosas cambiaron rápidamente.

Cuando comenzaron su relación, todo era color de rosa. Un par de semanas fueron suficiente para que Olivia comenzara a sufrir por los celos ilimitados de su novio. Y claro, todo estaba bien una vez que ella aclaraba las cosas con él.

Lo que la castaña no sabía era que los mejores amigos de su novio siempre le decían que ella le era infiel con Max, quien se le había confesado tan solo unos días antes de que ella aceptara ser novia de Ryan; nunca había sucedido nada entre ellos y, de ser así, Ryan lo hubiese sabido. Sin embargo, era su mejor amigo y perderlo no estaba en los planes de su novia.

Un mes, dos meses, tres de ellos pasaron. Y Liv fue guardando todo lo que sentía, solo porque quería seguir junto a él y estaba convencida de que sería feliz a su lado. De todas formas, ya estaba comenzando a molestarle que cada vez que estaba junto a su mejor amigo, Ryan se  aparezca por sus odiosos celos. Y finalmente llegó a su límite.

- No podemos seguir juntos, Ryan. - le dijo en un receso, en un típico día escolar. Él no se lo esperaba.

- ¿Qué? Pero Liv... - intentó refutar, pero la mirada de la castaña jamás había sido tan gélida como aquel caluroso día. Finalmente, decidió continuar.

- No puedo pedirte que te quedes conmigo, solo puedo decirte que contigo se va una parte de mi corazón. Yo sí te quiero, Liv. - su voz quebrada estaba llevando a la joven al borde de las lágrimas.

- También yo, pero esto no puede continuar. Por lo menos debemos tomar un tiempo separados. - aquél era su plan, regresar a su lado porque lo quería. Jamás había dejado de hacerlo.

Ese día, la castaña llegó a su hogar y no intercambió palabras con nadie. Fue directo a su habitación y escuchó música (que era lo único que la ayudaba cuando estaba triste) hasta que llegó la noche, el peor momento del día.

Intentó suavizar los sonidos de su llanto con su almohada, pero fue en vano. Su hermana y su madre ya tenían una idea de lo que pasaba, así que entraron a su habitación y se quedaron a su lado, sin preguntar qué era lo que sucedía.

Terminó por quedarse dormida abrazada al oso de peluche que Ryan le había regalado por su tercer mes juntos.

Habían intentado estar juntos una vez más, pero en dos semanas decidieron que no podían hacerlo.

Un año había pasado desde que se separaron definitivamente, y ella aún no había podido olvidarse de él. Cuando creyó que lo había hecho y lo vio a la entrada del instituto, descubrió que no había sido así. Él la miró, y las mariposas en su estómago regresaron.

Ahora, había vuelto a escribirle. Todos los días recibía un mensaje de su parte, y, al contestarle, comenzaban una constante charla que se mantenía hasta que anochecía. Y esta situación la estaba matando.

- No sé qué hacer con él. - Alexa la observaba mientras la desesperación de la castaña la consumía.

- ¿Hablar con él no está entre las opciones? ¿Quieres volver con él, Liv? -

- No... Sí, ¡no sé! Dios, yo estaba tan bien... ¿Por qué volvió? -

A diferencia de sus amigas, ella nunca había estado con otro chico que no sea él. Tal vez, y sólo tal vez, era eso lo que le dolía tanto: pensar que nunca volvería a sentir la conexión que sintió con Ryan.

Claro, ella no sabía que él se cruzaría en su camino.

Si las casualidades existieran...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora