Son las cuatro de la mañana e Isabel está temblando mientras toma lo que creo es café. Trata de disimularlo levando sus brazos alrededor de su torso para tratar de darse calor, pero eso no ayuda.
Suspiro, negando con la cabeza al verla cerrar los ojos mientras aprieta ligeramente su agarre en su cuerpo cuando el aire sopla de nuevo. Debió de haber traído un suéter, pero es tan testaruda cuando se trata de algo que le sugiero que estoy seguro que no lo trajo solo para llevarme la contraria.
No le tengo confianza, es verdad y dudo mucho que le vaya a tener, pero que no quiera estar cerca de ella y que quiera limitar mis interacciones con la chica a lo más mínimo posible no significa que voy a dejar que se enferme. Aprovecho que está perdida en sus pensamientos para poder acércame hasta donde está. Su cabello baila con el viento y eso crea un gesto de incomodidad en su cara.
—Tienes cara de fastidio— comento, llegando a su lado y cruzándome de brazos.
—Y dudo mucha que tu presencia lo mejore—responde sin mirarme, cubriendo un bostezo con el dorso de su mano.
—¿No te gusta verme a las cuatro de la mañana?—pregunto, divertido.
Mi pregunta hace que me gane una mirada llena de irritación por parte de Isabel. Alguien no le gusta estar despierta a las cuatro de la mañana.
—No es mi definición de empezar bien el día—contesta.
Trato de evitarlo.
Trato de evitar la risa que se abre paso por mi garganta, sin embargo, es en vano. Un sonido autentico sale de mis labios al escuchar sus palabras ser pintadas por una ligera pizca de sueño. Abro mi boca para responder con algo que pueda hacer que la conversación fluya, pero en eso recuerdo con quien estoy— recuerdo que no debo de bajar mi guardia porque una vez fue suficiente para casi destruirme por completo. Me dedico a observar sus ojos llenos de sorpresa y como sus rosados labios se parten mientras jadea.
—Como digas- digo, quitándome la chaqueta antes de ofrecércela—. Desde el otro lado de la calle pude notar que estás temblando de frío.
Isabel no se hago del rogar y la toma, sus dedos rozando con los míos mientras agarra la prenda—.Gracias.
Asiento con la cabeza, observando como se la pone con rapidez antes de hacer un gesto de aprobación cuando ésta la cubre del clima mañanero de Nueva York.
— ¿Jayden, listo?—pregunta Ethan, acercándose a nosotros—. Buenos días, Isabel.
—Hola—saluda Isabel, ofreciéndole una cálida sonrisa.
—¿No eres una persona que ame las mañanas?— pregunta él, viendo su semblante.
—Amo las mañanas—contesta—. Siempre y cuando lo más temprano que me levante sea a las siete, no a las tres de la mañana.
—Te acostumbraras en menos de lo que piensas— ofrece como consuelo Ethan—. Empezamos en dos minutos, Jayden, a tu lugar.
Sin otra mirada en su dirección, me alejo de ellos, sintiendo como la adrenalina que se apodera de mi cuerpo siempre que comenzaré a grabar se hace presente. Con una sonrisa, saludo a todos; a Jeremy del área de maquillaje, a Elaine del área de vestuarios y a todos con quienes cruzo. Están aquí, ayudándonos a grabar y sin ellos nada de esto sería posible.
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Mi chica de los libros.
RomanceJayden Jones, el reconocido actor, no siempre tuvo problemas al confiar en las personas que no fueran parte de su mundo laboral. Lamentablemente para Isabel, ese Jayden que era capaz de reír a carcajadas con desconocidos desapareció hace tiempo. Jay...