Capítulo 4

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— En el día de hoy, tendremos  uno de los mejores boxeadores.— Todo el mundo aplaudía como si supiera de quién está hablando el presentador. Si bien estoy trabajando aquí desde hace meses, siempre entran nuevas caras a pelear y es difícil poder aprenderlas a todas.

— ¿Quien crees que sea pequeña — Mis ojos se dirigen a la voz más dulce de este lugar. Ralph.

— Sabes que cada vez que apuesto contigo pierdo.— Su risa gruesa es una combinación de hombre rudo pero al mismo tiempo dulce, tengo que admitir que es contagiosa.

—No entiendes cuanto me alegras la noche pequeña.— Dijo mientras se limpiaba las lágrimas de risa en su cara. Su acción me saco una pequeña sonrisa sincera.

Las personas estaban locas por saber quien se presentaría a esta nueva pelea clandestina, para mi no es la gran cosa, ya que no me interesa ver como dos cuerpos se matan entre sí.

La verdad de esto, es que no me genera nada verlo, pero sí hacerlo; los encuentros de este bar no son como los de la televisión, no me mostraba nada.

En el momento menos esperado sale un chico detrás de sus fans, no debería tener más de 23 años. Su equilibrio y caminata era segura y decidida, todo en él gritaba "GANADOR". Las personas a su alrededor lo tocaban y sacudían de un lado a otro y lo que más me sorprendió fue que a pesar de eso mantenía una postura firme.

—¿Era quien imaginabas?

Negué con la cabeza.— No, no lo era. Pensé que sería el rubio rico de la otra vez.

—Si sabes que él no pelea.— Claramente se que no pelea, Ralph me lo a repetidos tantas veces pero la semana pasada lo vi apostando contra otro muchacho, así que pensé que capaz podría ser.

—Si, lo sé .— Tenía que volver al trabajo, cuando el boxeador sube al ring es el momento en donde se corre más dinero ya que los ebrios comienzan a pedir más y más vasos de cerveza.

—Preciosa tráeme una más. —Lo único que puedo hacer ahora es asentir con la cabeza y servir litros de alcohol. Que divertido.



💗💗

Mis pies dolía demasiado, de una forma en que cada pisada que daba se sentía como agujas en estos, y la verdad siempre me ponía las zapatillas más cómodas que veía en mi armario pero por las noches no importaba qué calzado tenías puesto, al final te dolían.

— Así sí que sigues trabajando aquí, ¿eh? No te rindes fácilmente.— Sabía quién era y eso me gustaba, cada vez que su voz resonaba en mis oídos todos mis instintos se prendían. Yo me prendía.

La pequeña sonrisa en mis labios no la pude ocultar en el momento que me di vuelta para verlo. Se sentía tan bien poder tener cerca su olor masculino.

Ese perfume siempre me volvió loca y él lo sabía.

— ¿Qué haces aquí? — Sus labios se formaron es una pequeña sonrisa de lado.

Eso me mataba.

— Eres mia y lo sabes. Siempre tengo el derecho de saber dónde estás.

— No molestes Kilian, sabes que eso quedó en el pasado, tus idioteces cagaron todo. — Aunque me siguiera gustando, su obsesión por tener a las personas a su lado sin importar nada, da miedo, en sí. Él da miedo.

— Tú lo dijiste "pasado", esto es el presente... y pequeña, sabes que el rechazo me duele y más si viene de ti.— Su mano corrió un mechón de mi frente.

Como lo odio. Lo odio tanto que me excita.

— Lárgate de aquí Kilian, no tienes nada qué hacer. — Si pudiera volver el tiempo a tras, él sería a la primera persona que borraría.

Suspiró. — Aunque quisiera, no podría pequeña, sabes que nunca rompo las promesas y se muy bien, que recuerdas cuál te hice.

Realmente daban miedo sus palabras y más porque se que lo que dice es verdad. Kilian, no las rompe.

— Pues algún día tendrás que romper una, porque no dejaré que cumplas la mía.

— Eso lo veremos Eris. Nunca te niegues a algo que sabes que se cumplirá. Hagas lo que hagas, algún día llegará.

— No corrompas mí paciencia, en este caso sabes tú que es corta.

— No lo pretendo hacer, pequeña, solo quiero un poco de diversión. — No hay algo más molesto que alguien se te ría en la cara, y eso es justamente lo que esta haciendo Kilian ahora.

¿Y si lo golpeo? No pierdo nada en intentarlo.

Pero aunque lo anhelará tanto, podría perder el trabajo y eso es lo que menos quería.

— Ya basta. — Lamentablemente no soy una de las personas que resuelve los problemas con palabras. Mis instintos violentos salen de mi como si no fuera nada grabe y eso en mi vida cotidiana me afectaba mucho.

— ¿Qué pasa Eris, tienes problemas de ira?

Kilian sabe cuales son mis puntos débiles, eso me juega en contra.

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