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Resumen: Beca tiene... un problemilla. Algunos lo llamarían "superpoder", pero Beca prefiere referirse a ello como "el puto mayor inconveniente de su jodida vida". Afectuosamente, por supuesto.
O, Beca puede volverse invisible. Pero no puede controlarlo.
Rating: T
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Beca tiene... un problemilla.
Ha convivido con él desde pequeña, cuando ocurrieron los primeros incidentes, y ya ha hecho las paces —más o menos, dependiendo del día y del momento— con el hecho de que, dieciocho años más tarde, todavía no sabe controlarlo, ni cree que nunca lo vaya a conseguir.
Y es que, veréis, el... problema de Beca es que puede volverse invisible.
Suena guay, ¿verdad? Pues dejad que os aclare algo: no lo es.
Vale que los cómics sean historias ficticias, pero Beca tiene que convivir con ello día tras día y lo que cuentan esas viñetas ilustradas —y creedla cuando dice que sabe lo que dicen porque se ha leído cada cómic existente en la faz de la Tierra en busca de trucos y respuestas— no se parece en nada a la realidad.
Los autores podrían haberse esmerado un poco, haber hecho algo de investigación.
Antes de que preguntéis: no, sus padres no son alienígenas haciéndose pasar por humanos para no ser descubiertos por la otra raza alienígena que quiere erradicar a su pueblo.
No, Beca tampoco estuvo expuesta a ningún tipo de material radioactivo, ni después, ni antes de nacer.
Y, no, definitivamente no pudo haberla picado un bicho genéticamente modificado en un laboratorio de una gran empresa multinacional que no cuenta ni una cuarta parte de lo que realmente ocurre tras sus puertas cerradas.
Beca no tiene una historia guay sobre sus orígenes.
Solo que un día, cuando tenía cuatro años y estaba jugando al escondite con sus primos y unos amigos, su primo Teddy la asustó al acercarse sigilosamente por su espalda sin que ella se diera cuenta y zas, poof, de repente era invisible.
Y, de repente, ya no lo era.
Sus padres creían que Teddy se lo estaba inventando hasta que ellos mismos lo vieron con sus propios ojos un año más tarde, el día de su primer recital de piano, cuando Becas estaba tan nerviosa por tener que actuar ante todo el colegio que desapareció un minuto entero en el asiento trasero del coche.
Algunos llamarían "superpoder" a su... problema particular, pero Beca prefiere referirse a ello como "el puto mayor inconveniente de su jodida vida". Afectuosamente, por supuesto.
Se resiste a llamarlo "superpoder" porque esa palabra viene cargada de un montón de subtexto, su propia marca de bagaje emocional, y Beca ya tiene suficiente con el suyo como hija de padres divorciados.
"Superpoder" implica antifaces y capuchas y voces distorsionadas y capas.
"Superpoder" implica ayudar a gente indefensa.
"Superpoder" implica, y Beca siempre rechina los dientes al verse obligada a recurrir a semejante cliché, una gran responsabilidad.
Pero, ante todo, "superpoder" implica control, poder utilizarlo a voluntad, en tu beneficio y el de otros. Y eso no es algo que Beca posea, de ahí que le guste más el término "el puto mayor inconveniente de su jodida vida".
Eso es todo lo que ha sido para ella: un jodido inconveniente.
Su supuesto poder es algo que le ha traído más problemas que alegrías, que le ha ganado un millar de etiquetas: mentirosa, poco fiable, bicho raro, antisocial; por no incluir el otro millar de trastornos mentales diagnosticados por gente a la que le gusta jugar a ser médico.