Capítulo 7

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—¿A donde vamos?

—¿Quieres callarte? Es la quinta vez que lo preguntas.

—Es que me impacienta no tener respuestas.

—Y a mi me exaspera que me hayas hecho esperar más de 15 minutos.

Me quede callado. No podía rebatirle nada porque es cierto, pero mi tardanza tenía una explicación:

Luego de que lograra sacar a mis amigos del tobogán con ayuda del jardinero que regaba unas flores, esperé a que pasara una hora para que mis amigos emplearamos su papel de distractores, le inventé una historia a mi hermana sobre que debía regresar a casa para cambiarme de ropa e ir a recoger unos apuntes para los exámenes finales, al principio no me creyó pero Zack aporto un buen fundamento: Que yo recogería los apuntes de ambos porque él lastimosamente no podía ya que debía regresar dentro de unos minutos a casa para preparar la cena para sus hermanas y padres; Canela llevo hace unos minutos a Cornelio con su dueño, mis amigos empezaron a distraer a Marlin y Mila haciendo trucos con una pelota de las mascotas, podía ir directamente a la esquina del hospital donde quedamos pero mi hermanita sospecharia si cuando regresara a casa con la misma ropa.
No quise tardarme mucho así que tomé un conjunto nuevo de ropa y salí, perooo cuando llegué me di cuenta de que había tardado un poco más de lo normal.

A pesar de que se lo explique mientras caminábamos seguía enfadada por mi impuntualidad.

Hace unos minutos dejamos a los cachorros con su dueño, un anciano que nos invitó a comer galletas que por desgracia tuvimos que rechazar, mejor dicho ella, yo me llevé algunas.

Y lo de que me impaciento con la falta de respuestas ¿alguno no lo estaría si alguien los llevase a un lugar desconocido sin ninguna pista?

—¿Qué excusa le soltaste a nuestras hermanas? —pregunte.

—Que uno de los cachorros se había hecho pipí en mis Converse y debía cambiarme —responde son siquiera mirarme.

—Guau, excelente excusa —ironize fingiendo sorprenderme.

Se detuvo, volteó a verme con esa mirada neutra y  por un segundo me lamenté de tomarme tanta confianza.

—No es excusa —señaló sus pies y ahí recién me di cuenta de la mancha amarilla que abundaba en sus blancas zapatillas.

—Oh —Fue todo lo que pude pronunciar.

Mientras la seguía miré a mi alrrededor un tanto extrañado, las calles, las casas e incluso algunas personas se me hacía familiar, no fue hasta que llegamos a una veterinaria abierta con un logotipo de las patas de un perro y un gato donde se me prendió el foco.

Esta es la veterinaria a donde llevaba a Corm cuando tenía sus controles.

—¿Te quedaras ahí cual espantapájaros o entraras? —cuestiono la loca de los perros con los brazos cruzados.

Cuando entramos me tomé mi tiempo en admirar el lugar que  no había cambiado mucho, la primera sala contenía artículos para mascotas perfectamente acomodados en vitrinas o estantes, al fondo se encontraba un escritorio en forma de L, junto a este un fichero de pared que contenía varias hojas (seguramente citas pendientes) y sobre el escritorio yacía un reloj con forma de chiguaga.

El sonido de unos pasos acercandose me sacó de mi análisis del lugar.

—¡Vaya! ¿Qué haces aquí tan temprano tecito? —exclamó un señor con bata blanca.

Trate disimular la cara de rareza que quería poner, ¿tecito? Si el nombre que el padre eligió para su hija me parecía raro, sus motes hacían cuestionarme sí estaba tan obsesionado con el "te" durante la gestación y nacimiento de su hija que no pudo evitar registrarla con ese nombre y que encima ella permita que todos en la veterinaria la llamen así.

¿ME DAS UNA PATA🐾?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora