Capitulo 0

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- 12 años atrás.

Hace frío y la noche estrellada cae sobre la gran hacienda. El cielo se ha pintado de un azul profundo y unos pequeños destellos dorados sobre salen de aquel oscuro paisaje que observo desde mi ventana.

Después de un largo y pesado viaje de negocios por fin habíamos llegado a casa. Pero lamentaba decir que no era para llevar buenas noticias. Durante aquel placentero negocio, tuve un atentado. Un atentado que tenia mucho que decir y yo solo estaba seguro de algo, querían acabar con migo. Y si meterse con mi familia era una opción, ellos la tomarían. Tenia que sacar a mi gente de aquí esta misma noche, ya no se encontraban seguros en este lugar tan apartado de la ciudad, tenia que mantenerlos a salvo.

—Que dice familia—pregunto en forma de saludo a mis trabajadores que me esperaban en un par de camionetas negras y blindadas.

—¿Que paso patrón?—contesto Jose, el hombre encargado del convoy.

—Jose—me acerque a el y lo tome de un hombro.

—Dígame.

—Hay que tener cuidado con los Robles que andan bien locos he—le advertí.—Bueno ten listo los aviones por que mis hijos y mi mujer van a salir. Vamos a adelantar el viaje—ordene por ultimo para luego abordar las camionetas.

El camino a la hacienda fue corto, por lo que no tuve tiempo de pensar como le diría la noticia a Ximena. Sabia perfectamente que no lo tomaría bien y la tranquilidad que había tenido durante años empezaría a desaparecer. En menos de diez minutos las camionetas se estacionaron frente a la puerta principal de la hacienda donde me esperaba Ximena. Baje tratando de que mi preocupación fuera poco notable, pero mi mirada lo dijo todo. Problemas.

—¿Que paso Aurelio?—tomo una de mis manos y la apretó fuertemente

—Mi amor, vamos a tener que adelantar el viaje, los robles nos pusieron un cuatro—solté de una, mi voz se escuchaba nerviosa, exasperada. Era mi familia y tenia demasiado miedo de perderla

—¿como? ¿donde?.

—En el DF—baje la mirada—estábamos haciendo unas cosas y nos cayeron. Quiero que se vallan lo antes posible..—y luego recordé, ¡los estúpidos pasaportes!—no han llegado los malditos pasaportes—No podía esto ser peor, me llene de frustración, enojo, coraje. ¿Ahora que era lo que iba hacer?

—Tenemos los que usamos la vez pasada—me miro tiernamente. No mostraba preocupación, estaba tranquila y era lo que mas me encantaba de ella. Los momentos así los hacia ver mas fácil.

—No, mi amor, esos ya no funcionan, necesitamos unos nuevos. El ruso se esta encargando de eso no te preocupes. ¿Y los niños?

—Están con tu mama—soltó de mi mano y me dio una cálida sonrisa

–Voy a ir a verlos–Le di la espalda a Ximena y camine dejándola atrás. Luego su voz me detuvo.

—Aurelio?—gire a verla como ella a mi—¿Estamos en peligro?—pregunto seriamente
Y yo tenia que mentirle. No quería que se pusiera mal, aunque ella desde muy pequeña vivió con este tipo de vida, no quería que se alarmara. Trague saliva y la vi a los ojos.

—No chaparra... —no podía hacerle esto, ella sabia mas que nadie lo que estaba pasando, lo note en sus ojos cuando me vio llegar—Bueno si, pero lo voy a arregla

En ese momento su cara tomo otra perspectiva. Ella sabia perfectamente que en verdad estaban en peligro y que esto era de vida o muerte. Tenia sus labios entreabiertos, le costaba respirar y asimilar esta situación. Le pase un brazo por los hombros y la jale hacia mi, dandole un abrazo, haciéndola sentir protegida. Ella me abrazo fuertemente con sus dos delgados brazos, y respiro en mi pecho mientras asimilaba las cosas. Le plante un beso en su frente para después recargar mi cabeza sobre su cabeza. El miedo iba subiendo por mis venas. Pero perderla no era una opción, no para mi.

Fuiste miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora