I - La reunión

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Se reúnen como cada Verano en medio del bosque, en las afueras de GILDANVILLEN un pueblo de San Tiara, en la ya construida casa del bosque, en medio de hermosos arboles verdes y caminos cargados de rosas, junto al sonido de las aves y los grillos, y unidos a la puesta del sol entonaban una sinfonía de Beethoven.

Como de costumbre Adam, Lot, Abrah, Jac, Joss, Rebbe y Mirla contaban sus miedos, tristezas y alegrías, sentados en círculos en aquella sala de la casa de cincos niveles que construyeron como castillo de Parlamento Real. Casa que les costó construir cuatro años, con la ayuda de sus padres, los más poderosos e influyentes de aquel pueblo, ya modernizado, con gente de todas las etnias culturales, con sueños y muy emprendedores.

Aquella casa que se pierde entre el bosque, se ve como la naturaleza misma que la rodeaba, junto a los arboles y todo lo que componía el paisaje y se camuflajea con ello, cuenta con un hermoso río que abrazaba el lado izquierdo de la Gran Casa del Bosque, con Sótano, energía eléctrica dependiente, hectáreas (para cosechar), animales para domesticar (ciervos, gallinas, pollos, patos, pavos, y unos tantos exóticos, que cercan la zona), teléfono Satelital, Internet, y cocina como de cuento de realeza.

Abrah — se entristece porque cuenta que algún día crecerán y ya no serán aquellos jóvenes unidos desde la niñez y que tendrán que tomar caminos y decisiones muy diferentes cada uno.

Rebbe —esto nunca pasará, porque nuestra amistad nunca cambiará o dejará de ser.

Lot —aunque muera estaré con ustedes de nuevo.
Pareciera como si tuviera la oportunidad de regresar de la muerte, como si se tratara de la hermana de Lázaro, con abnegación de que en verdad será posible.

Jac —nuestra hermandad perdurará hasta cuando seniles no recordemos nuestros nombres.

Joss —cada poro conoce el aroma de nuestro cuerpo, así conozco yo, que seremos indivisibles aún seniles como dice Jac o muertos como los que van a las guerras y mueren con esa esperanza de volver a sus seres queridos con tan sólo un respirar mas.

Mirla y Adam no dicen más, hasta que cada uno se para de su asiento y busca algo en particular, Mirla busca siete cadenas de Oro de 24KLS.

—Este es el sello que llevaremos toda la vida, en señal de que si alguno no llegara a formar parte de la tradición de Verano, se quedará sin cabeza, como animal degollado en pleno sacrificio real —Adam Lleva siete sortijas como alianzas de matrimonio, jurando que mejor falte el dedo y no la sortija que brilla como luz en Marte.

Tras finalizar aquel Verano, regresan a sus casas, donde los reciben como se reciben a los Reyes al llegar a sus palacios, en derroche y extravagancia, ya que sus padres son prácticamente los dueños de Gildanvillen, un pueblo de San Tiara.

La Gran Casa del Bosque [Los fantasmas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora