La historia...

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-Aki-chan, quédate conmigo.

Esas simples palabras lograron encender cada célula de mi cuerpo. Su mirada suplicante me pedía a gritos que accediera a lo que me acababa de pedir. Yo tragué saliva con dificultad. Era demasiado obvio lo que sucedería si me quedaba con él.

No entendía cómo podíamos haber quedado solos los dos. Estábamos todos riendo, pasándola bien, bebiendo un poco, hablando cosas sobre la banda, todo perfecto. Pero de un momento a otro, todos comenzaron a irse de a uno, hasta que ambos nos quedamos en un silencio incómodo. Había una tensión sexual tan fuerte que cualquiera habría huido de ese lugar.

-¿Quieres que me quede aquí?

-Sí. No te vayas.

Me alejé de la puerta dirigiéndome hacia él. Cuando lo tuve frente a mí no supe qué decir, me sentía extraño.

-¿Te quedarás?

Rodeó mi cuello con sus brazos y se puso en puntillas para dejar nuestras caras al mismo nivel. Yo le aliviané la tarea y me agaché para que no se estirara tanto. Sus labios y lengua comenzaron a poseer mi boca de forma tan deliciosa que creí llegar a tener un orgasmo sólo besándonos. Di un paso hacia adelante, necesitaba llevarlo a una cama pronto.

-Vamos a mi habitación. – me dijo con dificultad.

Asentí y continué besándolo con desesperación. Pase mis manos por su cintura mientras caminábamos lo más rápido que podíamos hacia la habitación. Nos adentramos en el pasillo que llevaba a nuestro destino y por impulso lo apreté contra una pared para poder profundizar el beso. Él gimió quedamente, aprisionó mi cuello con más fuerza.

-Takanori…

-Akira, muévete.

Retomamos nuestro torpe camino hacia su habitación, sin dejar de besarnos y tocarnos sobre la ropa. Cuando cruzamos el umbral, sentí una especie de liberación. Separó nuestros labios, sonriente, giró nuestros cuerpos y me lanzó sobre la cama. Me incorporé un poco y él se sentó sobre mi regazo, volvió a besarme con pasión, calentando mi cuerpo de forma instantánea. Entonces vi una pequeña figura que nos observaba, lo miré un poco incómodo y traté de seguir besando a Ruki, pero no podía.

-Taka, tu perro nos observa fijamente.

-Déjalo, no es como si supiese lo que hacemos.

Agarró mi pelo entre sus manos, su lengua lamió mis labios mientras yo apretaba su lindo traserito en mis manos. Le besé el cuello hambriento, pero nuevamente esa figura me llamó la atención. Gruñí cerrando los ojos, pero al saber que estaba ahí no podía seguir haciendo lo que quería con el cuerpo de Takanori.

-Ruki, en serio, tu perro me distrae.

-¿Estás diciendo que le pones más atención a Koron que a esto?

Se quitó la playera en un abrir y cerrar de ojos dejándome admirar su sensual torso. Era tan endemoniadamente sexy, irresistible, erótico. Me tenía tan duro que me dolía. Acerqué mi boca hasta su pezón derecho, comencé a lamerlo y succionarlo causando estremecimientos en el cuerpo del lindo enano que tenía sobre mí. Acaricié su trasero sobre el pantalón, deseaba tanto tenerlo para mí. Me tiré hacia atrás con una sonrisa pervertida, pero entonces escuché un chillido y algo en mi espalda. Volví a incorporarme de inmediato asustado.

-¡Mierda, que te has acostado en Koron!

-¡¿Y que sabía yo que estaba ahí?!

Ruki se puso de pie y tomó a su chihuahua, lo dejó fuera de la habitación, cerró la puerta y se volteó apoyando su espalda en ella. Entonces a ambos nos invadió una intensa carcajada, no podíamos parar. Me dolía el estómago, y unas lágrimas se amontonaban en mis ojos. De verdad que había sido cómico.

El placer de tenerlo sólo para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora