Desde la ventana. (cuento)

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Cada día desde la ventana de este cuarto examino a todos al pasar, encuentro divertido ponerle una historia a cada uno, analizando como caminan, viste, o incluso sus gestos, a lo largo de los días he contemplado tantas cosas que se siente como haber vivido cientos de vidas, sin haber tocado el pavimento de la calle.

En uno de aquellos días según tengo registrado era de madrugada y como tengo la costumbre estaba en la ventana admirando el cielo, más de pronto se escucha un revuelo, cacto una silueta que se acerca con gran rapidez distinguí que era de género femenino, llevaba ropa elegante por lo que me extraño que corriera ya que parece tener dinero, detallo su figura como una joven de aproximadamente vente o veintidós años, su pelo estaba atado pero alcance a identificar que era rojo sangre, parecía que huía de alguien o algo por ello no logre detallar su rostro a la perfección, solo sé, que era de buen ver, mientras se perdía por una esquina se acercó un caballero, estaba uniformado así que supuse que era un seguridad. Con teléfono en mano percibí como llamaba a las autoridades. Dijo algo sobre el robo de un banco al mismo tiempo miraba justo la esquina por donde desapareció la chica.

A la mañana siguiente confirme lo de antes porque los noticieros solo debatían sobre el caso "Robo al banco central a tempranas horas del día, los sospechosos no han sido identificado, las autoridades trabajan en ello"

El banco central fue robado que mal deben sentirse aquellos millonarios por la pérdida de talvez un dos por ciento de sus ingresos, pues es el banco más prestigioso del país, solo personas con una exagerada cantidad de capital pueden entrar en él.

Aunque no logro verlo, el banco está a solo una calle, ¿Tendrá la chica algo que ver en esto? Todo esto fue muy sospechoso.

En el pasar de los días no volví a ver a la joven, pero si alcancé a reconocer al mancebo de seguridad que era de tez oscuro y robusto, con una edad cercana a lo treinta, este pasaba cada día a la misma hora frente a mi ventana, en ocasiones uniformando en otras de forma ordinaria, lo confuso era que siempre terminaba yendo a la misma esquina por donde se marchó la chica del pelo rojo. Podría ser coincidencia ¿Quién sabe?

Las cosas como estas son las que le dan un poco de emoción a mi larga vida, los misterios que guarda el mundo exterior deben ser infinitos.

Con el pasar de las estaciones las personas se olvidaron del robo, la policía lo archivo y el banco continuo su curso, todos absorbidos por la monotonía de la vida.

Una tarde la chica del pelo rojo volvió a cruzar, para mi sorpresa mi miro fijamente por un largo rato, recuerdo que estaba agregada en la pared del edificio del otro lado de la calle, esta vez llevaba el pelo suelo que se mecía cada vez que un auto pasaba, al reparar en su figura descubrí que era esbelta, sus esmeraldas me analizaban. Todos los sonidos del mundo se silenciaron solo éramos ella y yo en una batalla de miradas.

Aparto la mirada cuando un hombre se detuvo enfrente suyo, sé que hablaban porque movían sus labios. Reconocí que era el chico de seguridad. Sentí esto como un gran descubrimiento, mientras yo me regocijaba y reflexionaba, percibí justo el momento en que ambos me miraron, ella con satisfacción y el con intriga.

Uno y otro me contemplaban o más bien divisaban la ventana rota de las ruinas de un hospital abandonado.

Escape de la realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora