Capítulo Uno

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— Uno, dos, tres pasteles listos —sonrió la rubia entregándole el pedido a la mujer frente a ella.

— Gracias señorita.

— Denada, vuelva pronto.

Y sin más, la mujer salió por la puerta, la rubia suspiró regresando a la cocina.

— Oh, hola —soltó viendo a su jefe en la cocina.

—Betty, te estaba buscando.

—Claro, dime.

— Estaba pensando, ¿Te gustaría que contratará a otro chef?

— ¿Vas a despedirme? —dijo con un puchero formándose en su labio inferior.

— No —rió— Pero he visto como recibes muchos pedidos y solo eres tú, pienso que te vendría bien algo se ayuda.

— Oh, en todo caso me parece genial.

— Perfecto, hoy mismo hago el anuncio y mañana sábado le hago la prueba a los que se anoten.

— Me parece bien.

Éste asintió saliendo de la cocina.

❧❧❧❧

El pelinegro abrió sus ojos sintiendo un rayo de luz golpear su rostro, frunció el ceño tallando sus ojos para despertar. Se sentó en la cama bostezando y se llevó un gran susto al ver un bulto al lado de él.

Se acercó para ver y abrió sus ojos sorprendido al ver que era una chica, ésta se encontraba dormida, con sus cabellos negros cayendo por su rostro y su cuerpo desnudo siendo apenas cubierto por una sábana.

Se llevó la mano al rostro ¿Qué había hecho? Inmediatamente se levantó intentando no hacer ruido, se colocó sus pantalones y su camiseta con una S para correr hasta la cocina y sacar su teléfono.

—¿Bueno?— soltó Arthur con voz adormilada.

—Arthur, ¿Qué demonios? ¿Por qué hay una chica en mi cama?

— Se llama Marian, tiene creo que veinticinco, te la presenté ayer, ambos estaban borrachos y terminaron yendo a tu apartamento.

— Demonios, ¿Veinticinco?

— Oye, no por que Betty haya sido menor que tú todas tienen que serlo, solo te saca tres años.

— ¿Eso qué? ¿Ahora cómo la saco de mi casa?

— No sé Jug, dile qué irás a una entrevista de trabajo y debe irse o algo.

— Genial, te amo adiós.

— Giu.

Éste cortó la llamada con una risa para ir nuevamente hasta la habitación donde encontró a la mujer despierta y mirándolo con una sonrisa.

— Hola guapo, ¿Segunda ronda?

—Mmm no, debo ir a una entrevista de trabajo, así que necesito que te vayas.

La pelinegra abrió su boca incrédula soltando una sarcástica risa.

— ¿Me estás corriendo?

— Si quieres verlo así, sí.

Ésta pasó su lengua por sus dientes mirándolo divertido.

— Bien —soltó levantándose mientras se cubría con la sábana— Púdrete Jughead.

El pelinegro mordió su labio reteniendo una risa al recordar la última vez que escucho eso.

— Púdrete Jughead —soltó la rubia cruzándose de brazos.

No pasaron ni dos segundos cuando ésta corrió hacia el para abrazarlo.

— Se supone debes decirme te amo.

Él soltó una risa besando los labios de la ojiverde y cargándola en sus brazos.

— Te amo Cooper.

— También yo Jones —sonrió.

El sonido de la puerta siendo azotada lo hizo salir de sus pensamientos viendo a la pelinegra salir por la misma. Agradeció por lo bajo y avanzó hasta el baño para tomar una ducha, tenía que encontrar un puesto de trabajo pronto.

Al salir, se vistió con unos pantalones negros y una camisa blanca abotonada hasta el tercer botón dejando ver un poco sus clavículas.

Se colocó un poco de perfume, sus zapatos negros y dejo su cabello negro poco desordenado con un delgado mechón cayendo por su frente. Tomó las llaves de casa y salió en busca de un empleo.

Buscaba en los periódicos, preguntaba en lugares aleatorios, y ninguno tenía un puesto disponible, hasta que lo vio.

Se busca pastelero.

Sonrió recordando cómo siempre solía cocinar recetas nuevas con la rubia, cómo la extrañaba.

Entonces. ¿Por qué no intentarlo?











Holis estoy tan agradecida por el apoyo que está recibiendo ésta historia lxs amo

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