N U E V E

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N O L A N

«Estaba coqueteando contigo, creo que le gustas».

Me sentía tonto, ¿ella había dicho lo que yo creo que dijo? Espero haber escuchado bien, y que mi cerebro no se haya inventado información nueva. Había intentado el resto del día no pensar en aquello, pero no hay nada que te salve a la hora de dormir, donde las noches se hacen eternas si tienes cosas que pensar, o en mi caso, situaciones que descifrar. Me sentía como si estuviera delante de un problema de matemáticas, intentado comprenderlo, ¿sabes cómo? Como ante aquellos ejercicios en donde lo que te piden es tan fácil y sencillo, pero que aun así al mismo tiempo debes de aplicar todos tus conocimientos.

Además, ¿aquello será cierto? Dudar de mi miso es algo normal en mi día a día, en especial estando a lado de otros chicos. Hay demasiados chicos en la escuela que fácilmente podrían aplastarme con sus cuerpos deportivos y opacarme, sacándome fuera de la jugada, y aquella chica no se ve que pueda estar interesada en alguien como yo, además la he visto en diversas presentaciones, es parte del club de baile. He sido espectador de las presentaciones que luego suelen tener en el centro, cuando la escuela hace campañas caritativas, como en navidad o de vez en cuando a la mitad del semestre, y solo lo hago porque a Jenell le gusta ver los espectáculos, además de que mi familia siempre ha sido una de las principales donadoras a lo largo de los años de su estadía aquí.

Me giré en la cama, dándole la espalada al montón de ropa sucia que reposaba sobre la silla de mi escritorio. Un día de estos debería de ordenar mi habitación. Desde que cumplí doce años le prohibí a Miriam que entrara a mi cuarto y lo limpiara, y no fue porque guardara cosas extrañas dentro de este, juro que no tengo nada extraño en los cajones, simplemente quería que dejaran mi único espacio que tengo para mí solo en paz, este es, era mi lugar hasta que Lyssander empezó a venir a jugar videojuegos, pero es desde esa fecha que yo me encargo de hacer el aseo, y pareciera que no lo hago desde hace años.

Cerré los ojos, y meneé un poco mi cabeza. Estoy desviándome totalmente del tema principal, pero, la verdad, ¿qué es lo que tengo que analizar? No puede ser que me esté poniendo así por una estúpida frase que dijo una chica que ni siquiera sabe por dónde camina. En primer lugar, no sé si aquello es cierto, sino lo es no habré hecho más que el ridículo internamente por estar desvelándome por boberías, pero y ¿si es real? Como ya comenté antes, ella se ve que es una chica que dice las cosas de frente, y me lo dejó claro con aquel coqueteo, creo.

«Jamás comprenderé la lógica femenina».

Me di vuelta una vez más, pero quedando esta vez boca arriba, observando el techo, en el cual se reflejaba la luz de una de las farolas del patio, la cual dibujaba líneas causadas por las cortinas. Cerré los ojos e intenté dejar todo atrás. Debo de aprovechar mis horas de sueño, dentro de un par de semanas estas desaparecerán a causa de los exámenes.

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M E L O D Y

–¿Podrías dejar de verme de aquella forma? Estoy tratando de comer–me pidió Kathya, mientras tomaba la hamburguesa entre sus manos y la admiraba.

Era sábado, y Kathya había logrado escaparse de su madre que estaba en un estado de paranoia por la llegada de su hermana mayor. Estábamos sentadas en una de las múltiples mesas del área de comida del centro comercial, la chica había decidido comprarse una hamburguesa pues desde hace meses que no comía una, a veces su madre puede ser demasiado estricta con la dieta que la chica debe de seguir.

–Siempre le he dicho que una hamburguesa cada dos meses no me matará–me contó un día–, debería de ver todo lo que come Katherine, a ella no le dice nada, y como no lo va a hacer, si es la hija favorita de mamá.

Nolan & Melody.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora