Amortentia•Minwon•

Final

En los pasillos del séptimo piso un grupo de niñas chismeaban ansiosas, las mayores contando lo que oyeron y las más pequeñas, probablemente alumnas de primer año, escuchando felices.

—Dicen que después de que finalizara el baile y todos volvieran a sus salas comunes, los vieron juntos saliendo de la cocina, completamente embarrados en pastel y riendo como si hubieran presenciado la broma del siglo.

—Es cierto ¡Mi hermana los vió! Tuvieron que correr para no ser atacados con preguntas sobre qué hacían.

—También los pillaron besándose entre los arbustos, la profesora Sinistra casi los castigó.

—Mis amigas de quinto lograron sacarles una foto cuando eso, pero salió borrosa.

—¡Que lástima!—todas exclamaron decepcionadas al perder esa tremenda oportunidad de negocios.

La conversación fluyó hasta el atardecer, cuando llegó la hora de la cena y cada quien regresó a sus respectivas actividades. Teniendo en cuenta pasarle toda la información que consiguieron a sus presidentes del club.

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Luego de las vacaciones de invierno todos volvieron a clases, con noticias explosivas que pusieron a todo el colegio de patas para arriba, los chismes entusiasmaban a los estudiantes como si se alimentaran de ello.

La reciente nueva relación de Jeon Wonwoo y Kim Mingyu, los que por años fueron vistos como archienemigos y proclamaban jamás llevarse bien, los que peleaban en cada oportunidad que tenían y terminaban amonestados por sus prefectos, fueron juntos al baile de navidad como si nunca nada malo hubiera ocurrido entre ellos dos.
Entraron juntos, con túnicas de gala que combinaban, se sentaron en la misma mesa que los amigos de ambos, comieron juntos, bailaron juntos, se escaparon juntos y fueron descubiertos en pleno acto de besuqueo por los profesores.

Muchas admiradoras del joven y amado Jeon juraban que el chico alto le hizo algún tipo de magia oscura para que le hiciera caso. —Seguramente le dió de tomar una poción de amor, como la que estudiamos la semana pasada—decían algunas. Ciertas personas desmentían eso, asegurando que fue el Slytherin quien embrujó al tierno y tímido Kim, porque esa serpiente arrogante y orgullosa no podía tolerar ver a su enemigo ser feliz y quería aprovecharse de él para burlarse luego.

Todos tenían sus propias opiniones sobre el tema, si estaban felices por la nueva pareja o no, nadie se callaba; como si el dúo no escuchara nada hablaban de ellos en cada ocasión que los veían pasar tomados de la mano, cuando compartían el almuerzo intercalando en la mesa de cada uno cada día de la semana, cuando practicaban quidditch en los campos de entrenamiento, o cuando paseaban luego de estudiar en la biblioteca un par de horas. Nadie perdía tiempo para pasar de boca en boca lo que hacían, apostando quién realmente dió una poción de amor al otro para tenerlo a su lado.

Después estaban los que recuerdan haberlos visto mejorar su relación poco a poco, como la vez que los vieron ir por primera vez a Hogsmeade juntos, y no ocultan la vergüenza que les causan los demás idiotas sin cara.

Y por último los románticos empedernidos que creían fielmente en el típico enemigos a amantes, la mejor manera de empezar una vida amorosa extensa.

El par de novios solo los ignoraban, disfrutando de su tiempo acompañándose mutuamente.

Y así, los días y meses pasaban, la vida volvía a su monótona normalidad (lo más normal que puede ser vivir en un mundo como lo es el de la magia) y todos dejaron los chismes sin sentido de lado.

Jihoon agradecía a Merlin no tener que soportar más preguntas estúpidas en cada clase y descanso que tuviera.

Pronto, sus años en Hogwarts se vieron concluidos.