Había una vez una chica de nombre Kaia, que le fascinaban los cuentos de hadas, los vampiros, hombres lobos y toda clase de criaturas fantásticas, creía que de verdad existían, escondidos entre la gente y estaba decidida a encontrarlos. Ella empezó a crecer y con el paso de los años empezó a cambiar de idea, pensando que era pura fantasía, cosas sin sentido y puras historias. Una noche normal, salió al patio de su casa, a observar el cielo, algo que le gustaba mucho hacer, sin imaginarse que empezarían a cambiar las cosas para ella. Esa noche había luna llena y se pasó la noche observando la luna, pensando en todo y en nada a la vez, pasada la media noche le empezó a dar sueño, pero no se quiso meter, así que se quedó dormida a la luz de la luna.
Esa noche soñó que ella subía los cielos y paseaba entre las estrellas hasta llegar a la luna, donde esparcía luz vital para varias sombras debajo de ella. Desde esa noche ella se sentía rara, como si algo dentro de ella hubiera surgido.
Cuando la luna llena volvió a su punto máximo, volvió a soñar con las estrellas y la luna, sin embargo, cuando despertó vio una luz blanca, parecía una luciérnaga, la luz se empezó a mover, saliendo de su casa y dirigiéndose a una carretera, Kaia dudó en seguirla, pero tenía curiosidad de los sueños y sentía que la luz la guiaría a las respuestas.
Cuando por fin la luz se había detenido, estaba dentro de un bosque y estaba a punto de amanecer, la luz desapareció apenas le dio el primer rayo de sol, sin embargo, Kaia seguía caminando, esperando encontrarse con algo o alguien. No sabía dónde estaba y tenía miedo, pero sentía que su cuerpo la jalaba a algún lugar, no podía detenerse, por ratos se desesperaba al pensar que no tenía control de lo que estaba haciendo y por otros ratos se perdía pensando en los sueños que tenía de la luna. Después de caminar varias horas llegó a un lago y se sentó, su cuerpo le decía que esperara, que tenía que esperar, pero su mente quería correr, gritar, despertar de la pesadilla que estaba viviendo, su mano temblaba de la impotencia que sentía el no poder hacer nada, al no poder detenerse.
Apenas oscureció se levantó y se dirigió a una roca alta a la orilla del lago, juntó sus manos y las giró al cielo, haciendo que de sus manos saliera una luz blanca, al momento escucho aullidos y sonidos que venían del bosque, empezó a ver sombras de personas acercándose y cuando por fin las sombras se mostraron ante la luz de la luna se dio cuenta de que no eran personas, sino criaturas, sombras, monstruos, esos monstruos que de niña siempre quiso encontrar, del pánico una lágrima logró rodar por su mejilla, sin embargo, en el instante sus manos se movieron al lago que tenía bajo ella y lo iluminó con esa luz blanca que salía de sus manos, el agua del lago empezó a burbujear. Ella giró, sus piernas la empujaron al lago, sintió el viento pasar por ella, vio a la luna despidiéndose de ella y a las estrellas con una sed de sangre que apenas había notado, sintió el golpe de su cuerpo con el agua y antes de cerrar sus ojos vio por última vez a la luna y dejando salir algunas lágrimas que se perdieron en el lago, le pregunto - ¿ Por qué ?
ESTÁS LEYENDO
Relatos cortos
PoetrySon escenas cortas de algunas ideas que se me cruzan por la mente.