Título: Bienvenidos al paraíso.
Nunca olvidaré el día en que vi el pueblo por primera vez.
Habíamos tomado el tren al amanecer en la estación de Atocha y las horas iniciales las pasé adormilado, mecido por el traqueteo del ferrocarril. Cuando desperté eran más de la diez. Mi madre leía un libro a mi lado y en el asiento de enfrente mi hermano dormitaba acurrucado junto a mi padre, que me contempla con expresión risueña. Miré por la ventanilla. El tren atravesaba tierras llanas y polvorientas, y de vez en cuando a lo lejos podía distinguirse alguna ciudad con su campanario o su Hwasong encaramado a un cerro.
El tren nos dejó en Bongo-dong y desde allí tuvimos que seguir en taxi, porque el autobús no salía hasta media tarde. El taxista enfiló por una carrera comarcal y al poco rato, al doblar una curva, al pie de unos montes negros nos topamos con el pueblo marinero.
-¡Guau!- gritó entusiasmado mi hermano.
Mi padre sonrió.- Tendrás que aprender a nadar- le amenazó con un guiño.
Cerca de allí se divisaban unos grandes acantilados con un faro y un oscuro bosque de eucaliptos que se perdía hacia la parte norte del paisaje. Por el lado sur, un pequeño barranco serpenteaba en medio de un secarral.-¡Ya era hora!- rezongó mi madre ente bostezos-.¡Creí que no íbamos a llegar nunca!
A medida que nos acercábamos, comprobamos que el pueblo era algo más grande de lo que nos había parecido en un principio. Las casas, de color blanco en su mayoría, tenían una o dos plantas y un antejardín con arbustos y flores de colores muy vivos. Por las calles transitaba gente con aspecto veraniego.
-¡Bienvenidos al paraíso!- exclamó alegremente mi padre.
El paraíso se llama Tongyeong. Al localizarlo en el mapa mi madre, Jihyo, había pronosticado que sería un lugar ideal para nuestras vacaciones porque se encontraba "apartado del mundanal ruido", deleitándonos con uno de esos alardes literarios a los que era tan aficionada. Mi padre, Kang Daniel, mucho más prosaico para las cuestiones geográficas, expresó su particular opinión en lenguaje coloquial:
-¡ Vuestra madre quiere decir que eso está en el culo del mundo, chicos!
Tongyeong era una pequeña localidad de unos tres o cuatro mil habitantes. El paseo con taxi por las calles del pueblo hasta a los casa que habíamos alquilado fue muy agradable, porque el aire olía a césped recién cortado y mar, y el cielo, poblado de pájaros, mostraba un azul increíble. La vivienda estaba casi en las afueras de la población, muy cerca de la playa. Constaba de dos plantas y la rodeaba un gracioso jardín sombreado por un ficus. Las hierbas crecían por todas partes, y una enorme hidra con flores moradas trepaba por una de las paredes de la casa.La dueña, una mujer de rostro amable, que debía de tener la edad de mis padres, nos estaba esperando en la puerta. Vestía completamente de negro.
-Hola. Yo soy Hyuna.
La casa resultaba acogedora. El salón tenía dos grandes ventanales que lo llenaban todo de luz. Uno de ellos daba a la mar y el otro hacia el acantilado, el bosque y el faro. Había una gran chimenea y, en el centro de la estancia, una mesa redonda con un jarrón lleno de flores recién cortadas. Una escalera de madera conducía al piso superior.-Sus equipajes llegaron sin contratiempos ayer por la mañana. Espero que lo encuentren todo a su gusto.
Mi padre estaba exultante. Dio unas cuantas vueltas por la casa y comprobó que sus indicaciones habían sido seguidas al pie de la letra.
- Parfait!- exclamó.
-Cuando me necesiten para algo no tienen más que llamarme. Mi casa es aquella que se ve allí- dijo señalando por un ventanal-.La de la valla amarilla.
- Gracias, Hyuna. Es usted muy amable.La casera nos dejó solos. Mi padre y mi madre se abrazaron como en sus mejores tiempos y se fundieron en un beso. Yo miraba a todas partes completamente fascinado y mi hermano Namjoon se había quedado con la boca abierta.
-¡Guau!- dijo al fin, cuándo recobró el habla.
Mi habitación tenía una gran ventana, orientada hacia el acantilado, una estantería casi vacía, una mesa y un armario muy espacioso. Estaba colocando mis cosas cuando apareció Nam, excitado.
-¿Qué haces?
- Ya ves. Organizándome.
- ¿Qué tal la habitación?
- Estupenda. ¿Y la tuya?
- ¡Guau!Nam suele usar la expresión ¡Guau! cuando una cosa le gusta mucho. Supongo que en es su ilimitado vocabulario no hay otra palabra que manifieste con mayor exactitud lo que quiere comunicar.
En ese momento comenzó a sonar El Danubio azul de Strauss. Nam y yo lo conocíamos de sobra porque era el vals favorito de mi madre. Nos asomamos al comedor y nos quedamos maravillados. Mis padres habían tomado la casa como un salón de baile y se dedicaban a danzar sorteando muebles al compás de los violines.
- ¡Están como cabras!- susurré en voz baja.
-¡No!- se reveló Nam-.¡Están enamorados!
Aunque tenía solo doce años, mi hermano vivía saturado de literatura rosa.
- Me parece que será mejor que descansemos- musité.
- ¿Porque? A mí me gusta ver cómo bailan.
- Como quieras. Yo me largo.
La cocina tenía una pequeña puerta que comunicaba con la parte trasera de la casa. Abrí la cancela y comencé a caminar por un sendero de zigzagueaba hacia la playa. Detrás de mí se iba quedando rezagada la música de Strauss y poco a poco me iba envolviendo el silencio de la tarde.De pronto, comencé a escuchar otra música, la del mar. Y me sentí muy feliz.
Hola, primero que nada gracias por leer, tengo que aclarar unas cosas antes de nada esto es una adaptación de el libro de J.R Bart como si fuera un universo en el que ídolos del kpop o de kdramas serán protagonistas, no quiero críticas por los personajes o por lo que suceda a lo largo de la historia.
La historia se actualiza cuando yo pueda porque yo también tengo una vida fuera de la pantalla.
Yo misma le he puesto a la historia distintas indirectas de mitología, estoy deseando leer vuestras teoría.
Se despide con amor.
Nuyanim~~~
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{BTS, Stray Kids...}Deja en paz a los muertos
FanfictionEl joven t/n Kang viaja con su familia para las vacaciones en un pequeño pueblo junto al mar. Allí entrá en contacto con un extraño muchacho que aparece y desaparece misteriosamente, y que es capaz de introducirse en sus sueños y convertirlos en aut...