Habían pasado veinticuatro horas desde que culminó el atraco y aún se sentía todo como una simulación. Tantas cosas sucedieron en las últimas horas que casi se sentía como un sueño, o una pesadilla, dependiendo de como lo vieras. Lo cierto era que para bien o para mal, las vidas de todos habían cambiado durante el robo al Banco de España. Algunas vidas se apagaron, y otras llegaron al mundo. Para Alicia los últimos días habían sido una transformación completa de su ser, de adentro hacia afuera. Empezando porque hace tan solo un par de días era una mujer embarazada, que huía de su dolor y se negaba a encontrarse consigo misma. Y ahora era madre de una preciosa niña, había comenzado asimilar su duelo, y por fin se había encontrado con esa parte más humana de su interior que sólo Sergio pudo ayudarle a recuperar. Quién lo diría, tanto que lo buscó y persiguió creyéndolo un mal hombre, y ahora le debía no solo la vida de su hija y la propia, sino también su libertad.Cuando se bajó de la camioneta negra esa mañana, vio como él profesor y Lisboa se acercaban. Raquel. Para ella, Lisboa siempre sería Raquel. Su antigua amiga, su ex compañera de la academia, su cómplice en cosas que ahora mismo parecían tan lejanas. Se habían distanciado por muchas razones en el pasado, y por años no supieron una de la otra, más allá de lo que se comentaba por ahí. Y ahora en el presente, el atraco formó una brecha aún más grande entre las dos. Después de todo, Alicia había intentado echar tierra a la relación de Sergio y Raquel durante el interrogatorio en la carpa, tan solo para descubrir después que el profesor era un hombre bueno en el fondo, y que era capaz de amar a su banda como a una verdadera familia, y por supuesto a Raquel también. Se había equivocado con él, y por lo mismo sentía que le debía una disculpa a su ex colega por todo el daño causado.
Estaba abrazando a Sergio cuando su mirada se encontró con la de Raquel. La otra mujer se encontraba a unos pocos pies de allí observándolos con una sonrisa suave y una mirada cargada de ternura.-Ven. -murmuró Alicia estirando su brazo hacia Lisboa, pero sin soltar al profesor.
Sorprendida, Raquel caminó hacia ellos y se detuvo cuando estuvo frente a ambos, no muy segura de qué hacer a continuación. Alicia pareció leer la duda en su rostro porque se separó ligeramente de Sergio para liberar un brazo y atraer a Raquel hacia ellos, de manera que ahora los tres podían compartir un abrazo. El profesor frunció el ceño en primera instancia, sólo porque no se esperó tal acción por parte de Alicia, pero cuando sintió que Raquel se unía a ellos, y la pelirroja tiró de ambos para estrecharlos a los dos con fuerza, extrañamente se sintió como estar en casa.
-Faltabas tú en este abrazo. -dijo Alicia cerca del oído de Raquel, aunque Sergio también lo escuchó, y que bien, porque no había sido un secreto. -Gracias a los dos por no dejarme caer cuando más jodida estaba, y perdón por haber sido la más hija de puta con ustedes durante esta persecución.
-Yo no he hecho nada, quien te ha ayudado a dar a luz ha sido Sergio. -comentó Raquel con una pequeña sonrisa, todavía fundida en el abrazo con ambos.
-Tú fuiste la única que me brindó una mirada de apoyo en aquella carpa cuando conté que Germán había muerto. Eso nunca lo voy a olvidar.
Las emociones estaban a flor de piel, los tres tenían ganas de decir tantas cosas, sin embargo, el silencio y el calor de un abrazo es a veces la mejor respuesta.
Y así de inesperado como surgió el contacto, también se rompió luego de un par de minutos, pero a cada uno de ellos se les había reparado un poco el alma después de compartir ese momento.-Profesor, creo que tiene algo para mí. -dijo Alicia observándolo con ojos suaves.
Sergio asintió y sonrió levemente antes de entregarle su pasaporte nuevo junto con el de Victoria.
-¿Lucía? -Alicia volteó a ver a Raquel y no pudo evitar sonreír cuando ella le regaló una mirada llena de complicidad.
-Te dije que siempre me había gustado Lucía.
Las palabras que salieron de la boca de Raquel arrastraban una sensualidad no planificada. Alicia se dio cuenta. Sergio se dio cuenta. Y lo más importante, es que la propia Raquel también lo notó tan pronto la frase abandonó sus labios, pero ya era muy tarde para retractarse. Aunque tampoco estaba segura de que quisiera hacerlo.
Para romper un poco con la tensión que se había formado entre los tres, la pelirroja propuso que se acercaran a Victoria, Sergio seguramente quería despedirse y Raquel aún no la conocía.
-Está preciosa, Alicia. -comentó Lisboa cuando se acercó por el lado del copiloto de la camioneta y vio el rostro tan perfecto de la pequeña niña.
-Pues claro que sí, tiene a quien salir. Es tan guapa como la madre. -bromeó la otra mujer, y tanto Sergio como Raquel no pudieron estar más de acuerdo, aunque por supuesto no dijeron nada, pero sí que la admiraron los dos en silencio durante unos segundos.
-¿Estás segura que no quieres viajar con nosotros? -se atrevió a preguntar Sergio, y Raquel pareció estar de acuerdo con la propuesta, pues asintió y miró a Alicia a los ojos esperando una respuesta.
-Tengo cosas que hacer aquí antes de irme. Quiero llevar a Victoria a visitar la tumba de su padre, y necesito un tiempo a solas para mí y para ella, pero sobre todo, para hacer bien el duelo del que tanto me escondí antes. -un suspiro se escapó de su garganta y el corazón le dolió bastante al pensar en la vida que eventualmente le tocaría dejar atrás en Madrid.-Bueno, de todos modos la invitación sigue en pie, puedes viajar cuando te sientas preparada. -dijo Raquel regalándole una sonrisa suave y sincera.
Nosotros te estaremos esperando. Sergio no se atrevió a decir esto porque sintió que hubiera sido cruzar una línea inapropiada, pero cuando inconscientemente se giró a ver a Raquel y ella lo estaba mirando, notó que ella asentía levemente con la cabeza como si en silencio le dijera que ella también estaba pensando en lo mismo.
Alicia finalmente se subió a la camioneta y cerró la puerta tras ella, aunque el vidrio de la ventana seguía abajo.
-¿Alicia? -Raquel se acercó a la puerta y Sergio hizo lo mismo. -Solo por curiosidad, ¿qué nombre de ciudad escogerías si decidieras algún día unirte de verdad a esta banda? -preguntó la castaña con una sonrisa divertida bailando en los labios.
-Raquel, no creo que a la inspectora Sierra le interese mucho tener un nombre de ciudad, me dejó muy claro varias veces que ella no era una de las mías. -comentó Sergio con una media sonrisa mientras se acomodaba sus gafas.
Alicia no respondió nada a ninguno de los dos, pero sonrió y pareció pensar en la respuesta. Luego puso el coche en marcha, piso ligeramente el acelerador y los miró ambos, y antes de partir finalmente, respondió.
-Madrid... por supuesto que Madrid.
FIN. 💛
Un oneshot cortito inspirado en esa última escena de los tres que me hubiera gustado que durara un poco más. Si les gustó déjenme una estrellita y un comentario. Pronto actualizaré mis otras historias. Disculpen la demora. Besos.