- ¿Giyū-san? - En la finca de agua estaba, un llamado le hizo allí estar, resultaba que el dueño le habría mandado a llamar, el mismo el cual sentado lejos de distancia se encontraba. - Aoi-chan me dijo que usted quería hablar conmigo, ¿Pasa algo?
- Tanjiro. - Llamó, gacha la cabeza tenía. - ¿Tú... Me odias? - Sentado en los filos del suelo de madera que daban a su patio trasero estaba, contacto visual con el de menor estatura tener evitaba.
El sentimiento de tristeza invadió su ser al escuchar al de azabaches cabellos hablar.
- Shinobu-san se lo dijo, ¿cierto? - Tranquilo respondió, mientras al cuerpo ajeno con una sonrisa se acercó.
Un abrazo dar al joven vacío no evitó.
- Hoy lo pensé de más, lamento haberte incomodado con lo que estabas haciendo, pero quería que me respondieras eso. - Su cuerpo dejó llevar, en los brazos y pecho ajenos que no estaban de acuerdo con soltarlo su rostro se encontraba.
Por ese adolescente ser consolado amaba.
- ¿Por qué tendría que darme la maldita acción de odiar a una maravillosa persona? - Los ajenos cabellos acarició, sutilmente aquellas palabras declaró. - Ni aunque muriera lo odiaría, deje de pensar aquello. - Un pequeño beso en el cuero cabelludo ajeno entre el proceso de las caricias depositó.
Grande era la confianza que ambos tenían, el de orbes rojizas dispuesto estuvo a estar para el de orbes oceánicas cuando en cualquier momento lo necesitaría.
- Gracias, ¿Pero qué debo hacer? - Su rostro en el pecho ajeno escondió. - Simplemente... Las burlas, insultos o indirectas dañinas de los demás seguirán atacándome.
- Giyū. - Regañó.
- ...Dime. - Un suspiro salir dejó.
- Exprésate.
- ¿Cómo lo hago?
- Dí lo que sientes, como te sientes y haz lo que sientes que es correcto. Basta de ocultarte, no dejes que daño te hagan, algunas palabras podrán ser bromas pero si tú no te sientes bien con ello, entonces no está bien, lo que sientes; callar no debes.
- Lo siento. - Sus brazos extendió y la espalda contraria con estos rodeó, el rostro aún no separó, la calidéz que el joven emanaba en ese momento le agradó. - Nunca he tenido tiempo de preocuparme por mí mismo.
- No te disculpes, está bien, yo te ayudaré. Pero quiero que en mente una cosa siempre clara tengas. - La cabeza contraria de su pecho apartó, la mirada oceánica a él se dirigió, delante de él lo mantuvo, las mejillas ajenas con agudeza mimó y una sonrisa más mostró. - Nunca olvides que siempre habrá personas que te aman tal cuál como eres, sin importar si tu jardín sufre escasez de flores.
- ¿Si mi jardín sufre escasez de flores? ¿A qué te refieres? - Con una expresión curiosa preguntó, más una respuesta convincente tener no logró.
- Te lo explicaré cuando ya sepas amarte a ti mismo, si es que no te das cuenta antes primero. - Una risilla salir dejó, aún el rostro ajeno sostenía y delante del suyo estaba, con tacto gentil lo acercó, su nariz con la contraria juntó.
- Entiendo. - Respondió. La respiración del chico contra sus labios chocó, de la tanta confianza que tenían normal era que juntaran sus narices en busca de algún tipo de consuelo entre los dos. - Tanjiro. - Susurró mientras sus orbes ocultó.
- Dígame, lo estoy escuchando. - También susurró, aún el rostro ajeno no soltó y bajar la voz fue mejor opción.
- Gracias, no creo que alguien más estuviera dispuesto a ayudarme las veces que me siento como un niño pequeño en busca del cariño de alguien. - Las manos ajenas agarró y de su rostro las apartó, ambas manos entrelazó para sentir mejor la calidéz que le daba el menor.
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¡Exprésate, Giyū!
FanfictionGiyū cansado estaba. "Todos te odian", le repetían. Todos "lo odiaban", excepto una persona, a la cuál mucha de su sobrante confianza depositaba. Idea de por dónde empezar a saberse cuidar de sí mismo emocionalmente no tenía. Aquella persona a la cu...