"Coral"

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Coral tenía una belleza divina. Era alta, de piernas gruesas y mirada mortal. Yo mismo me escondía de su mirada. Tenía en sus pupilas una fuerza tal que me sonrojaba el rostro.
No era adulta, pero era libre y soñaba en grande. Soñaba con su independencia, con darle a sus padres lo que nunca tuvieron.
Yo caí en cuenta de eso, quizá todos a su alrededor pensaban que era dejada y floja, porque tenía un carácter alegre, y parecía que iba sin rumbo por la vida. Pero no, Coral era un alma vieja. Cuando estaba sola le encantaba pensar las cosas a profundidad, me hablaba de su futuro, de lo dura que era su vida, de lo que padecían sus padres en silencio por intentar darle una vida feliz y luego de eso me lanzaba un piropo que me dejaba atontado. Yo bajaba la mirada y Coral sonreía. Tenía los dientes blancos, su rostro era auténticamente santo. Quizá sus orejas estaban demasiado grandes para su rostro, pero eso en lugar de disminuir su belleza la realzaba. Se sentaba conmigo a charlar, y terminaba diciéndome que no le gustaban los guapos del barrio, que a ella le gustaban los hombres como yo, y a pesar de que entendía que su confesión me encerraba en el lugar de los feos, me sentía magnífico, un hombre irresistible, pues la chica más guapa del barrio, y quizá de la ciudad estaba allí sentada conmigo, nadie tenía esa dicha.

Las otras chicas solían hablar de ella, "es una golfa" decían, "una orejona, fácil y tonta". Ella nunca respondía. Coral tenía eso, guardaba silencio, y así acababa con ellas.
A nadie perseguían como a Coral, pero ella siempre los despreciaba. Iba por el barrio luciendo divina, nadie podía igualarla.

Luego crecí, cumplí los quince años, Coral estaba de veintiuno, era una psicóloga de esas relajadas. Se reía conmigo, hablaba como siempre, con profundidad. Salía a fiestas, y yo nunca podía acompañarla. Era un muchacho tímido todavía, la admiraba tanto. Había logrado ser lo que nadie pudo.
En el barrio aquellas muchachas se embarazaron o desaparecieron con otros muchachos que las enamoraron, entonces nunca más pudieron hablar mal de Coral.
A ella tampoco le importaban esas cosas.
Ahora era una mujer hecha y derecha.
Todos querían hacerla suya, pero Coral tenía una inteligencia superior, con su silencio ponía en su lugar a cualquier macho, tenía carácter, era una mujer admirable.

Una tarde que no olvido, Coral se acercó a mí, me dio un beso en la mejilla, yo enrojecí de vergüenza, era mi primer beso a lo grande, la mujer más bella que había visto en mi vida me había tocado con sus labios.
"Anda, bésame" me dijo. Entonces le tomé la cabeza y la acerqué hacia mi rostro. Le di un beso húmedo y rápido, y Coral sonrió, y saboreó sus labios. "Adiós" me dijo. Entonces entendí que era una despedida.
Se fue de viaje no sé a donde, nunca me lo dijo, solo se despidió, y al siguiente día Coral no volvió.
Aún estando viejo la recuerdo. Una mujer fuera de serie, como nunca más conocí.
Sueño que algún día vuelvo a verla, yo seguiré siendo el más feo del barrio, a ella el tiempo le habrá realzado su belleza.
Sin duda Coral sigue siendo la más bella.

Autor: #VladimirAR

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