#cuentos II PARTE
Coral dejó su luz en los lugares donde estuvo.
Los viernes por la noche iba y me sentaba en el portal de su casa para recordarla. Soñaba que abría la puerta y se sentaba a mi lado.-Muchacho, mañana vuelve tu amiga- escuché a su madre decir desde la ventana.
Yo le dí las buenas noches como si no sintiera nada. Le agradecí por la noticia y me fui. Volví a casa sintiendo como la esperanza se iba formando alrededor de mi alma.Al día siguiente me encontré con Coral en el callejón principal del barrio.
-Sigues viéndome así- me dijo.
Coral había vuelto al barrio luego de tres años. Estaba más alta y gruesa. Y tenía una hija. Sus padres estaban orgullosos de ella. Yo igual, a pesar de no saber nada de su vida.-Lo dejé al cabrón- dijo con cierto enfado. Mientras yo observaba a su pequeña. Se veía feliz. Llena de vida y sueños.
No eran mujeres tristes. Quizá Coral guardáse cierto enojo en la mirada, pero nada más.-Las chicas inteligentes también nos equivocamos.
-"No importa"- la interrumpí.
-Eres un chico bueno, sabes.
-Gracias.Cargaba las uñas despintadas. Un poco desordenado el cabello. Esta vez sus orejas grandes estaban descubiertas. Coral no se avergonzaba de ellas. Antes acostumbraba a cubrirse las orejas con su larga cabellera.
-Yo aún te amo-le dije sin que viniera a cuenta.
-Yo también lo hago- me respondió.
Pensé si me amaba igual o era un amor diferente al mío.
-"No lo pienses tanto" -me dijo sonriendo.
-Me he vuelto sensible, le dije.
-"Siempre lo fuiste. Eres de los que escribe poesía"
A mí me dio mucha vergüenza. No era bueno escribiendo, y estar frente a mi musa tampoco me era fácil. Seguía siendo tímido.Coral sacó una cajetilla de tabacos de su bolso. "Eso te va a matar" le dije.
Entonces me los dió. "Ten, guardalos".Cargaba con una belleza distinta, mucho más madura.
Los lunares hacían juego con su rostro.
Algo de celulitis en sus muslos redondos y blancos. Seguía siendo única con los años.
Usaba labial apenas visible, ojos delineados. Siempre fue de poco maquillaje. Su vestido negro bien entallado le marcaba la cintura y dejaban ver las curvas de sus caderas."Me miras demasiado-dijo-...adelante, disfruta del espectáculo. Por lo menos siento que hay amor en tu deseo- hizo una pausa-...tienes suerte, ya somos adultos"
Y me lanzó una mirada atrevida cargada de instinto y libertad.Coral observó el barrio y soltó una lágrima, quizá recordando su pasado. Tomó mi mano y la llevó a su pecho, no pude pensar en otra cosa que en su corazón latiendo. Entendí que Coral sentía nostalgia por su pasado.
A mí me hacía feliz su regreso.
En cierta forma ella arregló mi adolescencia.Le confesé que no era más que un muchacho herido con aires de poeta, pero un muchacho al fin, débil como cualquiera.
Si había sido fuerte todo este tiempo fue gracias a ella.
-Ya no me voy-me dijo.Salimos varias veces.
Me sentía pequeño con tremenda mujer.
Cada tanto me repetía su amor por los rechazados, por los poco vistos, los raros como yo. La gente normal le aburría, a mí me amaba por eso, por ser diferente. Para mí ella siempre fue mi primer amor.Se sentaba a mi lado rodeando mi espalda con sus brazos. Me confesó el daño que le habían hecho. Y por qué no quiso seguir soportándolo.
Solíamos ir a ver al sol ocultándose.
Un día me dijo "casémonos". Aquella idea me iluminó la vida. Pensé que se iría con alguien mejor, pero no, estaba decidida a quedarse.Una tarde llegó con una carta en la mano. Parecía un sobre de invitación. Coral lo puso sobre la mesa y pasó frente a mí sin decirme nada. Sin cambiarse la ropa de trabajo se metió a la cama.
Les lancé rápidamente una ojeada. Eran unos exámenes médicos. Estaba embarazada.
Me observó sonriendo desde el cuarto.
A mí me rodaron las lágrimas.
Mi sueño de ser padre se había cumplido.
Y con la mejor mujer. La chica más guapa del barrio, quizá de la ciudad, y del mundo entero, y ahora mis hijos la llamarían mamá.-Ven aquí y abrazame- me dijo.
Aquello había que celebrarlo. Coral se soltó el cabello. Su amplio cabello se extendió sobre la cama. Yo disfrutaba viéndola.Cuando había un problema Coral guardaba silencio. Nunca debatía, ni sacaba a la luz mis errores, lo suyo no era ganar.
Ya cuando estábamos felices, me decía las cosas, entonces arreglábamos nuestras diferencias con buen genio.
Con el tiempo aprendí a hacer lo mismo.A mí francamente me aterrorizaba la idea de perderla. La observaba entre sus amigas, con su carácter jovial hablando sin parar, parecía una mujer más, pero no, Coral era única e irrepetible, era la reina entre todas.
Siempre intenté hacerla feliz.
Nadie se lo merecía más que ella.
Ojalá Coral hubiese sido eterna.
Quizá fui el hombre más feo del que estuvo enamorada, pero al menos supe amarla hasta el final.Autor: #VladimirAR