Un chico como todos

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No podía dormir. Esa noche su cabeza daba demasiadas vueltas, el día anterior había tenido muchas cosas por hacer, se había percatado de que acumuló bastantes cosas a lo largo de la semana y ese día era el límite para realizarlas.
Al finalizar la presentación final de su proyecto fué con su amiga a una cafetería cercana a la escuela. Habían conversado y tomado un té y una rebanada de pastel de calabaza.
Se habían despedido y el se había dirigido a su siguiente cosa por hacer en su lista de pendientes.

Eran las 6:40; y él tenía que ser el niñero de la hija de su vecina, ya que la señora Robinson y su esposo Marck tenían una importante cena laboral con sus jefes esa noche. Decidió empacar una mochila con las posibles cosas que podría requerir en el tiempo que estaría cuidando a la pequeña.
Empacó algunas galletas, el libro que en ese momento estaba por terminar, el cargador de su celular y un pequeño libro de cuentos que querría contarle a Emma antes de dormir. Salió de su casa y tocó el timbre de sus vecinos, en poco tiempo la señora Robinson estaba detrás de la puerta con su elegante traje negro y un peinado alto, en su opinión un poco cargada de sombras y delineador pero se veía bien.

Lo dejó entrar, le dió instrucciones sobre lo que tenía que hacer antes de que Emma fuera a dormir y se retiraron.
Pasadas las 10 de la noche la pequeña ya se encontraba perdida en un sueño profundo, él ya había terminado un cuarto del paquete de galletas y leído tres capítulos de su libro. Al llegar los padres se despidió y se retiró con su paga, agradeciéndoles por eso último.

Se recostó en su cama y lentamente fué cerrando los ojos quedando un poco dormido, o bueno eso hasta que su celular se escucho, ese tono de mensaje entrante lo hizo despertar.
Frotó su puño en sus ojos tratando de quitarse el sueño y abrió el mensaje.

~Tom 11:00pm
Hola se que no hemos hablado desde ése día... Pero quisiera tomar un té contigo y charlar un rato... ¿Qué piensas?~

Se quedó por unos segundos estático, no pensaba que volvería a tener tan siquiera un mensaje de ese chico. Miró la pantalla que ahora marcaba las dos palomitas azules de leído y suspiro fuertemente.

~11:10pm
Si claro, por qué querría aceptar eso?~  lo examinó un par de segundos y al final decidió mandarlo, un pitido se escuchó y la pantalla se iluminó con el nuevo mensaje.

~Tom 11:12pm
Por los viejos tiempos, y por que te debo una disculpa, quizá el té pueda ayudar en eso...~

Rió sin ganas y solo se molestó en escribir un ~Esta bien, pero solo te daré media hora, y tú pagas mi té, nos veremos en la cafetería del centro, mañana a las 6 ~
Arrojó el teléfono al otro lado de la cama y solo intentó dormir, aunque el pensamiento de volver a ver a ese inútil le revolvió el estómago.