14|Dúo rompecorazones.

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Lean con calma, capítulo larguito guapuras.
🦋

Me gustan las espaldas

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Me gustan las espaldas.

Empezando con la de Hanssen.

Corrijo, solo la suya.

El acaba de entrar a la cocina usando más que unos sencillos pans por debajo de la cintura luego de una jornada de ejercicio como es costumbre. Sus músculos se contraen al abrir el refrigerador y la imagen es simplemente cautivante.

Tiene diminutos lunares esparcidos por todos lados que solo se pueden apreciar si se está lo bastante cerca y por supuesto los sé de memoria.

Lo sigo con la mirada por arriba del libro acostada en el sofá con las piernas estiradas sin que se percate de cómo me tomo el tiempo de analizar su ancha y morena espalda.

Él está sumido con su encuentro con el pan de molde que saca de la gaveta, un frasco de crema de cacahuate y jugo de naranja, su favorito.

Ha estado distraído yendo y viniendo estos últimos días junto a Ringo murmurando entre ellos y lanzándose miradas cómplices. Algo se traen entre manos y son tan descarados de no contarme el chisme.

Que traición.

Coloco el marcapáginas que es uno de mis calcetines para asentarlo sobre la mesita al ponerme de pie. Camino sin zapatos hacia donde está él tratando de no hacer el mínimo ruido al andar de puntillas. Lo primero que se me viene a la mente es ponerme detrás de él, pero decido colocarme a un lado observando como intenta untar la crema sobre el pan con precisión.

—Conejito, conejito, ¿dime quién es el más bonito? —murmuro a modo de saludo, las comisuras de sus labios comienzan a curvarse hacia arriba —. Wow, pero que concentración para preparar la comida.

—No fastidies —su voz sale con diversión mientras finge estar cabreado —. Lo estoy intentando, ¿sí?

Y vaya que sí tiene un progreso ya sabe cocinar algo más que omelettes, sándwiches y cereal con leche.

—Que sexy te ves.

—No hagas eso, Mako.

Deslizo las yemas de mis dedos sobre su brazo con tinta negra hasta subir a su hombro recorriendo cada milímetro sintiendo como sus músculos se contraen y su piel se estremece.

Paso por detrás, su respiración se sacude ante mi tacto lento y provocador con las palmas frotando de arriba hacia abajo.

—Estás muy tenso, ¿pasa algo?

—Para mí el afecto es completamente nuevo, nadie antes me abrazaba o acariciaba como tú lo haces y hago un esfuerzo por acostumbrarme —apoyo mi mentón sobre su hombro mientras lo escucho hablar —. Me jode muchísimo fallar, fallarte.

Un deseo prohibido #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora