05.

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Yeonjun estaba acomodando los libros que iba a necesitar llevarse para estudiar, la mayoría eran libros pesados de muchísimas páginas. Pero prácticamente ya tenía sus materias ganadas, siempre entregaba todo en tiempo y forma, participaba mucho y tenía puntos extra en todas y cada una de sus clases, economía la podía pasar con los puntos de ayuda por su servicio comunitario ayudando a niños sin recursos a estudiar lo básico.

Se sentó con cuidado en el sofá del lugar, cerró los ojos al sentir una pulsada en su parte baja. Pero tampoco se arrepentía mucho de lo que pasó ayer, habían sido varias rondas y esperaba que pudieran haber sido más pero realmente estaba cansado. Soobin lo había acabado, casi literalmente.

No se podía concentrar en los textos de los libros, los recuerdos de esa habitación de hotel inundaban su mente de una manera abrumadora, distrayendo su concentración en otra cosa que en lo que realmente necesitaba. Cerró el libro frente suyo y lo dejó junto a los demás.

Pasó sus manos por su rostro y dejó caer su cara hacia atrás. Tenía los ojos cerrados y los labios fruncidos por la frustración, no tener el control de lo que sucedía lo enojaba y alteraba.

Se dispuso a salir de la biblioteca sin ninguno de los libros, luego podría volver por ellos, tal vez cuando su mente por fin le deje de recordar lo que pasó en el hotel. Fue a los baños más cercanos y entró, sin darse cuenta de que Soobin lo seguía por detrás.

Yeonjun se echó agua en el rostro y se golpeó un poco las mejillas, abrió los ojos cuando sus manos sacaron el agua en ellos y gritó un poco por el susto.

— ¡Tú puta verga, Soobin! — exclamó el peliazul.

Soobin estaba al lado de la puerta mirándolo fijamente, como un depredador mirando a su indefensa y deliciosa presa. Pero la diferencia era que Soobin ya se había comida a Yeonjun, y quería probar y experimentar más con cada rincón que no haya sido tocado por sus grandes manos. Aprenderse de memoria cada una de las partes más sensibles del pequeño atleta, grabar en su mente cada uno de sus sonidos y muecas cuando su pene estuviera dentro suyo, haciéndose espacio entre sus cálidas paredes.

— Hyung, hay que hacerlo — soltó sin más.

Yeonjun frunció el ceño confundido, no estaba entendiendo la situación.

— ¿Hacer qué? — preguntó mientras arreglaba su cabello.

— Hay que tener sexo, aquí y ahora.

Yeonjun abrió los ojos lo más que pudo por la sorpresa, corrió hacia el alto y le tapó la boca.

— Guarda silencio maldito idiota, alguien podría escucharte y nos meterás en problemas — Yeonjun lo fulminó con la mirada.

Soobin le apartó la mano con algo de brusquedad e iba a decir algo, hasta que una de las puertas de los cubículos se abrió y de ahí salió Beomgyu, con un rostro como piedra mientras los miraba.

Yeonjun se mordió la lengua para no comenzar a fulminar y contó hasta diez en su mente, por suerte Beomgyu seguía en un pequeño estado de shock.

— Tapa la puerta Soobin, tengo asuntos que arreglar — Yeonjun se alejó de él y se acercó a Beomgyu, sacando su billetera.

Soobin fue hasta la puerta y siguió la indicación de Yeonjun, mientras tanto veía a los dos hermanos hablar y a Yeonjun señalarlo con uno de sus dedos como si estuviera recriminando su actitud o palabras. Después de unos segundos Beomgyu sonrió y Yeonjun sacó unos billetes y se los entregó al menor, se dieron las manos cerrando el intercambio y Yeonjun le hizo una señal para que dejara el camino libre.

Beomgyu se apresuró en salir con el dinero en la mano, Yeonjun dejó salir un suspiro pesado y luego dirigió su mirada a la suya, sus ojos entrecerrados casi sacando llamas de la ira al observarlo. Se acercó y le agarró la oreja jalando la.

— ¡Ay, hyung! — protestó Soobin sintiendo los violentos tirones.

— No vuelvas a hacer algo así de arriesgado y menos en la escuela, puede que en la siguiente no sea Beomgyu el que nos escuche. ¿Entendido?

Soobin asintió y en cuanto Yeonjun soltó su roja oreja dirigió su mano a esta, acariciando hasta disipar un poco el dolor. Su mirada cayó en la del pequeño peliazul, se estaba divirtiendo de su pequeña travesura.

Esto no se quedaría así, lo tendría que castigar para que aprenda a respetar a alguien más fuerte y que lo hace gemir como una gata en celo.

Antes de salir, Yeonjun dejó un pico sobre sus labios en forma de conejo y una caricia sobre su oído.

Bueno, puede que la reprimenda pueda esperar hasta que baje de su nube.

Bueno, puede que la reprimenda pueda esperar hasta que baje de su nube

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Creo q mañana entro a presenciales, m voy a matar uwuwu

©marjunyeon

Bad Boy | ˢᵒᵒʲᵘⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora