Entre Libros y Canciones

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Sus dedos se movían con agilidad, casi automáticamente. Su mirada estaba en la pantalla, leyendo las palabras que se multiplicaban con el mover de sus dedos. Recordaba con exactitud la ubicación exacta de cada una de las letras en su laptop, tanto, que ni siquiera necesitaba mirar para saber donde estaban. 

La música en sus auriculares estaba bastante fuerte, y la canción era tan pegadiza que la hacia mover su cabeza de arriba a abajo. 

Extendió su mano derecha un poco al costado, agarrando el vaso de café que tenia en la mesa y llevándolo a sus labios para beber un pequeño sorbo y hacer una mueca, estaba caliente, tanto que el humo que salia por ello le dio la idea perfecta para el final del capitulo.

Aunque no estaba realmente prestándole atención, el ambiente a su alrededor era totalmente de película. La gente en la cafetería entraba, salia, hablaban, reían, leían, estudiaban o simplemente veían los copos de nieve caer. Anastasia amaba ese ambiente, era encantador. Además, para esa época del año, la cafetería estaba decorada para la fecha, ya que navidad era en apenas dos semanas. 

Suspiro al terminar el ultimo párrafo, había terminado su primer libro. Sonrió con orgullo de si misma, estaba completamente feliz de haber dejado todo de si misma en ese libro, e incluso de haber dejado su horrible experiencia con Noah entre esas paginas, todo su esfuerzo y gran parte de su tiempo. 

Cerrando así el ciclo de su vida que incluida a su ex novio.

Al otro lado de la cafetería, Apolo plasmaba cada pensamiento en un cuaderno viejo y gastado, que tenía aproximadamente desde sus quince, donde escribía cada cosa que le pasaba, sin saber que algún día serían letras de canciones famosas.

No pudo evitar dejar salir un suspiro de frustración al leer la ultima frase, dando por finalizada la canción. Su historia con Elena había terminado, ese ciclo de su vida ya estaba cerrado.

Miró por la ventana la lluvia golpear con fuerza, la gente que corría por la calle, intentando resguardarse de ella, quienes caminaban tranquilos bajo sus paraguas, y los autos que pasaban a toda velocidad, como si siempre estuvieran a punto de llegar tarde.

Ambos comenzaron a guardar sus cosas con paciencia.

Anastasia saludó a su hermana con la mano antes de colgar su mochila en su hombro, agarrar el café y empezar su camino a la salida, miró el reloj en la pared y decidió darse prisa; estaba llegando tarde a sus clases.

Apolo no saludo a nadie, no había nadie que conociera allí lo suficiente, solo a Abigail, la dueña del lugar, pero no estaba a la vista y al mirar el reloj en la pared confirmó que estaba llegando demasiado tarde a su trabajo.

Ambos iban caminando tan apresurados, que no se notaron mutuamente, simplemente chocaron. El café de Anastasia voló y cayó en un señor que entraba, mientras que el cuaderno de Apolo cayó a un lado de Anastasia.

—Lo siento —se disculpó, sonriendole con pena a la joven pelirroja frente a él.

—No te preocupes —le respondió ella con una sonrisa amigable—. Iba completamente distraída.

Ambos se miraron por unos segundos, antes de que ella levantara el cuaderno para pasárselo a él, y él abriera la puerta para dejarla salir primero.

Ese día ni siquiera se dijeron adiós, cada uno siguió su caminó y a las pocas horas ya se habían olvidado el uno del otro.

Después de todo, eran solo desconocidos destinados a tener una hermosa historia de amor.

Y todo esto, entre libros y canciones.

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