Ningún personaje me pertenece todos son propiedad de Kishimoto, yo solos los utilizo para darle vida a esta historia.
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Hinata fingió estar profundamente dormida y para su desconcierto su actuación le pareció completamente convincente al peliplata que no dudo ni un segundo en dejarla sola al no sentirse obligado a protegerla.
Así que cuando la puerta finalmente se cerró, Hinata camino deprisa hasta el baño, la irritación que le había provocado llevar un pedazo de tela húmedo entre las piernas le había pasado factura.
Su piel realmente estaba enrojecida.
Tomo un paño y lo humedeció, el agua helada realmente estaba siendo de gran ayuda, pero sabía que no haría la diferencia al día siguiente cuando tuvieran que partir tendría que volverse a colocar de vuelta aquel irritante pedazo de tela y su malestar volviera.
Suspiro cansada, haberse convertido en mujer realmente comenzaba a ser un problema.
Su Nana había dicho que aquel era solo el principio, que sus pechos crecerían, sus caderas de ensancharían y se volvería un poco más agradable a la vista masculina.
— Hatake-san — enrojeció de inmediato.
El sí que la había visto, aunque no percibió ninguna clase de perversión, en su mirada.
Su Nana había dicho que solo su Futuro tenía permitido observar su cuerpo desnudo, pero Kakashi lo había hecho y aunque últimamente compartieran muchas cosas...
El matrimonio no era una opción.
— Tssss — se quejó al colocar de vuelta el paño.
Hatake-san era un buen hombre, regido por sus buenos principios y lealtad hacia su imperio, hacia su familia.
Era joven, pero no era tonta aquel hombre tenía la opción de entregarla y recibir a cambio una fuerte cantidad de oro, pero no lo había hecho y no estaba en sus planes hacerlo.
Hatake-san era un buen hombre, un buen hombre con el que le hubiese gustado compartir su vida entera.
Su hermano había dicho que no importaba si es que, se decidía a casarse con un aristócrata o un simple mercader, él siempre la apoyaría.
Apretó sus labios en un nulo intento por resistir el dolor.
Apenas y bajo la mirada observo sus largas piernas regordetas pero lindas, sin ninguna herida que pudiese restarles belleza.