Capítulo 15: Sentimientos

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Después de haberlas escuchado por un par de minutos tomé un gran respiro y decidí intervenir

Dejé la ensalada en la mesa ratona, que por cierto no estaba tan rica y me levanté caminando hacía ellas

—Chaeyoung, Sana, ya basta—intercalé mi mirada entre ambas, pero ninguna me hizo caso—Sana ya fue suficiente—la tomé del brazo pero ella solo estaba concentrada en apuntar con el dedo a Chae, reclamandole que me dejara comer lo que yo quisiera o si no el bebé saldría con cara de mis antojos y yo rodé los ojos—Chae, no le hagas caso, Chae mirame—le hablé tranquilamente, pero ella sólo se preocupaba por enseñarle algo en el celular referente a calorías y grasas en las comidas. Resignada a estar tranquila me alejé un paso atrás y las quedé mirando por unos segundos cruzada de brazos. Ya habían agotado mi paciencia—¡YA CALLENSE LAS DOS!

Ambas voltearon al mismo tiempo guardando silencio al escuchar mi tono

—pero Mina... —Sana estaba a punto de hablar. Alcé mi dedo en señal de que guardara silencio

—Pero nada. No quiero escuchar ni una palabra más en cuanto al tema, es increíble que cada que se ven siempre sea la misma discusión. Sana, debes entender que necesito cuidar de mi salud y la de mi bebé, además necesito hacer ejercicio y no puedo hacerlo, porque ni siquiera me dejas levantarme de ese sillón—apunté a este sin voltear—porque me llevas la comida hasta allí, y en verdad agradezco tu ayuda pero estoy embarazada, no discapacitada y no quiero terminar siendo talla extra grande después del embarazo—aproveché para desahogar mis frustraciones— Además, ya encontré un vestido muy bonito que me gustó para usarlo el día de tu boda y sabes lo difícil que es conseguir uno estando embarazada, así que no pienso ser tu dama de honor si ese vestido no llega a entrarme solo por no estar en la talla—llevó su mano a su pecho poniendo cara de indignación

—Okay, de acuerdo—alzó sus manos en señal de rendición

—Y Chaeyoung—apunté hacía ella y giró rápidamente con sus cejas levantadas, al parecer estaba asustada de mi reacción y de lo que tenía que decir. Verla en ese estado hizo que mi corazón se derritiera de ternura. Iba a seguir con los reclamos de igual manera, pero al conectar su mirada con la mía mi mente quedó en blanco comtemplando esos grandes y expresivos ojos avellanos brillantes que me miraban cautivantes, tal como la primera vez en el avión—te extrañé—solté en un suspiro siendo esas palabras las únicas que vinieron a mi mente después de recorrer cada rincón de su rostro, nos miramos por unos segundos más y me perdí en el hoyuelo que se formó cuando me dedicó una sonrisa.

No dije nada más sólo sentí como sus brazos envolvieron mi cuerpo pegandome hacia ella.

—Yo te extrañé el doble —me habló bajo susurros. Su voz cálida y suave hacia vibrar mi corazón y me causaba una sensación de paz—ya no te enojes, lo siento

—es que...

—shh—me susurró al oído, casi sintiendo como si me arrullara—No sabes las ganas que tenía de verte—enterré mi rostro en su cuello ante su confesión—y de abrazarte— cerré mis ojos al sentir las caricias que me daba en la espalda

Sentir su calidez mezclarse con mi cuerpo hacía que me olvidara de todo lo que pasaba a mi alrededor y me sintiera segura en ella, el olor a fresas de su perfume, combinado con un toque ligero a flores de su cabello inundar mis fosas nasales provocaban que las mariposas en mi estómago revolotearan emocionadas, al fin la tenía entre mis brazos.

Cada abrazo siempre era la misma sensación, como si fuera la primera vez, esta chica enserio me tenía mal, era adicta a cualquier tipo de tacto de su parte. Solté un gran suspiro disfrutando las mil y un sensaciones que obtenía al tenerla así para mí. Hasta que un carraspeo nos quitó de nuestra burbuja.

EL VIAJE (MICHAENG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora