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Realmente no esperaba pasar la navidad así. No era algo que pensaría que pudiera pasar ni en diez mil millones de años.

Los copos de nieve se podían ver bajar a través de su ventana. La inesperadamente cómoda oscuridad en su casa era solo opacada por las luces de un árbol tiernamente decorado. Pero nada de eso importaba en ese momento, ni un milímetro.

—Bueno...— Una voz casi dudosa rompió el silencio—Eso quería decirte, pensé que ya lo sabías— Vaciló un poco, que no respondiera aumentaba ligeramente los latidos de su corazón.

Fue que ahí todos los cabos «sin explicación» se conectaron, todas esas dudas que ahora veía tan fáciles y obvias de responder cayeron sobre su cabeza.

Mierda, ¿Cómo no pudo darse cuenta?

No pudo evitar reír levemente, ganándose una mirada confundida. Joder, pero qué estúpido.

Aunque, bueno ¿Quién era él para quejarse?

Si tal parece esa (nada) nueva sensación en su pecho le era agradable.

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Eran las 8:30 de la mañana del 24 de diciembre cuando se despertó. Su reloj aún ni sonaba, pero las voces, risitas y tintineos un tanto alejados lograron que abriera los ojos con pesadez.

Bostezó sentándose en la cama. Su cabello era un desastre más que de costumbre y parecía que sus pestañas estuvieran pegadas pues el cansancio le ganaba. Recordó haberse quedado dormido poco antes de las 3 AM por estar investigando para su proyecto de sustentación.

Estiró su columna hasta hacerla crujir ligeramente, caminó hacia la puerta en busca del ruido que lo despertó.

No fue para nada una sorpresa lo que encontró.

—¡Senku! Te despertaste temprano—Byakuya volteó al notarlo entrar en la habitación. Dejó la cadena de luces entre las ramas artificiales del bonito árbol que estaba decorando para sonreírle.

—¡Buenos días, Senku! ¡Esto de volver a pasar la navidad aquí, en Japón, me emociona mucho! — Liliam, quien antes veía con ojos brillosos como terminaba de colocar las esferas de colores en el árbol al costado de su esposo también se giró para verlo. — No recuerdo cuando fue la última vez que la pasé con ustedes aquí...—Dijo un tanto avergonzada, su trabajo y fama solía jugarle en contra en cuanto a festividades se trataba— ¡Pero ahora que tomé un descanso por invierno me quedaré hasta poco más de tu cumpleaños!

Se acercó a él con un plato lleno de galletas que tomó del kotatsu que los separaba para ofrecerle, visiblemente emocionada. Senku, aún medio dormido, toma una mientras obversa la decoración tras ellos.

Un árbol medianamente grande se encontraba en la esquina de la habitación adornado, guirnaldas enmarcaban la ventana junto a una cascada de luces aún sin terminar y una alfombra blanca y cálida bajo sus pies eran algunas de las cosas que gritaban «navidad» por dónde lo viera.

—¿Cuándo fue que hicieron todo esto? Ayer por la tarde no había nada.

Ambos le dijeron que, luego de la confirmación del manager de Liliam sobre sus vacaciones, fueron a comprar lo necesario para decorar, además de que despertaron ambos temprano para empezar.

Ahora con Senku completamente despierto y duchado, tomaban el desayuno en el centro de la sala, cubriéndose las piernas con las mantas por el frío.

—Cuando Senku era pequeño, yo era el más emocionado por las fiestas que él— Contó Byakuya a Liliam con cascaditas de lágrimas bajo sus ojos, ni sus intentos de vestirse como Santa lograban hacerlo saltar de felicidad como lo hubiera deseado. — Siempre fuiste muy seco.

Invitación para la noche del 24 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora