Mako ha pedido un deseo de cumpleaños, sin imaginar que cinco minutos después un chico atractivo aparece dentro de su auto armado.
...
Su deseo era simple: vivir una aventura extrema que la pudiera sacar de las cuatro paredes llamado hogar.
Mako Ham...
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Cariño, ¿y si vivimos el momento?
Siéntate a mi lado seré tu mejor aliado.
Tomados de la mano.
Solo tú y yo.
¿Puedes escuchar los latidos de mi corazón?
—Esta canción no me está ayudando.
Murmuro viendo al cantante. Hace cinco minutos que llegó un chico con una guitarra en la mano despertando el interés de los universitarios con ropa de playa, al parecer lo conocen porque gritan su nombre con euforia.
—¿Dónde está tu novio? —inquieren a mi costado.
—Él no es mi dueño.
—Vengo en son de paz, solo pasé para saludar —volteo la cabeza para ver a un animado Iván. Que ganas de sacarle un ojo con una pajilla —. No entiendo porque me contestas tan secamente, ¿qué te ha dicho Hanssen de mí?
—Nada, es de pocas palabras.
—De eso no hay duda. ¿Eres parte de esta universidad?
Ladeo la cabeza y asiento como si nada.
—Mi novia también —sus ojos vagan por el lugar, imagino que en su búsqueda —. Es bajita, pero peligrosa.
Sus comisuras se elevan.
Maldición, espero que Ringo no se le ocurra bajar. Reencontrarse con un exnovio no es una sensación cómoda.
—Genial.
—Lo sé, por un momento nunca imaginé volverme a enamorar, sobre todo de una chica con carácter, ¿qué te puedo decir? En el momento menos inesperado llega esa persona para ser un completo lío en tu cabeza.
—Oh, ¿volverte a enamorar? —finjo tener interés por el tema para sacarle información —. ¿Tanto daño te hicieron en tu antigua relación? Lo comprendo, sí sucede.
Su sonrisa decae con lentitud mientras niegas.
—No, esa persona en ningún momento me hizo daño.
Me llevo una mano al pecho para más dramatismo. La verdad me sorprende que siendo desconocidos pueda tener este tipo de confianza.
—Debió ser difícil.
—Supongo que fue el miedo que me cegó para terminar siendo un cruel sin sentimientos. Todos tenemos doble cara y terminé mostrando la peor versión de mí.
Mi Ringo no se merecía esos tratos.
Estoy a punto de hablar cuando una chica se acerca acomodándose las gafas sobre su nariz luciendo informal con esos pantalones rasgados en los muslos, una sudadera con el nombre de la universidad y el cabello recogido en una coleta. Me encanta.
