Capítulo 1

21 3 10
                                    


Antes de empezar a leer colóquense sus audífonos y reproduzcan la música que los tiene obsesionad@s últimamente.

Mi objetivo este año es finalizar mis estudios y después disfrutar de mis agradables vacaciones, a tan solo un año de terminarla me tiene muy emocionada. No quiero volver a ver a mis compañeros de clase.
Odio la necesidad de reunirnos para realizar trabajos y fingir que nos llevamos bien cuando en realidad es todo lo contrario. Tener que hacer equipo de trabajo o tener que coordinarnos para eventos, donde el salón eran los encargados. Odio hacer eso. Me molesta mostrar dos caras cuando en realidad solo tengo una, y es ser antisocial.

Mis "compañeros de clase o amigos" para mí son conocidos únicamente eso.

Me gusta ver sus caras de vergüenza cuando la profesora les hace una pregunta y no responden y tienen a todo el salón viéndolos además de la profesora. Además, cuando no saben expresarse bien y comienzan tartamudear. O cuando intentan ser el centro de mesa, más esas personas pretenciosas, pero al final terminan siendo avergonzados.

Estoy a dos calles de llegar a mi colegio y si no me apresuro por segunda ocasión estaré llegando tarde, sí, otra vez.

Saco mis audífonos de mi mochila, me los coloco y reproduzco mi canción favorita desde mi celular, puedo sentir paz, se siente tan bien. Es una droga para mí. Agradezco a las personas que crean música, realmente los estimo, gracias a ellos puedo irme a otra dimensión y estar lejos de esta.

Mi camino es interrumpido por un niño de prescolar, está justo en frente de mi en el suelo. Niño acaso no sabes caminar o correr lo que sea que estabas haciendo. Maldición, donde está su madre.

— ¿Qué haces en el suelo? ¿Te encuentras bien? — le pregunto levantándolo del piso.

— Estoy bien — responde, apoyándose de mi brazo para levantarse.

—¿Dónde está tu madre? —mi curiosidad me delata

—Venía justo detrás de mi — responde.

—Tengo que irme. ¿Hay algún problema si te dejo aquí... solo? — le pregunto insegura.

—No tengo miedo, puedes ir. Mi madre ahí viene — dice dirigiendo su mirada hacia ella.

—Está bien. Ten cuidado la próxima vez — finalizo la conversación con él y prosigo a dirigirme al colegio. Checo la hora desde mi teléfono y me doy cuenta que estoy a 10 minutos de llegar tarde, otra vez.

Mi mirada se dirige a la banqueta y me doy cuenta que el camino está restringido. No, no otra vez no. Maldición. Un cobre demasiado grande está evadiendo mi camino hacia el colegio.

— ¿Tardaras mucho en quitar el cofre del camino? — le pregunto al chico que está en frente de mí. Es verano por que lleva puesto una camiseta de manga larga, la gorra lo comprendo, pero la camiseta....

— Da la vuelta, o pasa por allá — responde, señalando la carretera que estaba aún lado

— ¿La carretera? Quieres que pase por ahí, sabiendo que esto es una banqueta para caminar no para colocar objetos y evadir el camino de las personas — respondo

—Este objeto tiene nombre, si dejaras de hablar y solo esperar a que termine y así .... — no lo dejo terminar su oración

— Llegare tarde al colegio por tu culpa. Maldición — maldije y me apresuro a dirigirme a la carretera, intentando no ser aplastada por ningún auto. Si llego a morir ese chico tendrá una carga demasiada grande en su conciencia.




(...)




Mi vista no se despega del reloj que cuelga arriba del pizarrón, estoy a unos minutos de poder salir y comprarme una botella de agua, necesitaba el recreo ya. Me estoy muriendo de sed.

En busca de alguien, que me quieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora