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— Entonces.. ¿No eres él hijo de una nueva señora en la mansión Park? —Luego de haber tomado los deliciosos batidos que la abuela Kim les había llevado, era momento de aclarar las dudas del castaño oscuro. Sunghoon negó con la cabeza, algo apenado de haberle mentido a Sunoo.

Kim soltó un suspiro de tristeza ante la respuesta, tenía una pequeña esperanza de que aquella mentira era cierta, pero no era así— Creí que dejaría de ser el menor de todo el lugar, solo me ilusioné —Comentó, tomando otra galleta para ahogar sus penas allí. No le molestaba el hecho de que el joven Park le mintió, claro que no. Solo que muchas veces Kim deseaba tener un compañero en esa mansión, donde hicieran travesuras y sus padres tuviesen que regañarles, casi como unos niños.

Quería un amigo.

— Lo lamento —Soltó de la nada él castaño claro, logrando confundir a Sunoo.

— ¿Por qué? —Preguntó, mirándole mientras comía otra galleta con chispas de chocolate.

Sunghoon alzó un poco su mirada y notó las migajas que portaba Sunoo en sus comisuras. Rió ante esto.

— Espera, espera —El mayor se levantó a pedir un pequeño pañuelo, regreso con rapidez hasta su menor y se acercó a limpiar aquellas migajas con delicadeza— Listo. —Sonrió a labios cerrados.

Y Sunoo no pudo evitar sentirse algo nervioso ante la cercanía, juraba por todos los dioses que podía sentir la respiración de Park chocar contra su rostro. Y Sunghoon logró notarlo a tiempo.

Alzó ambas manos mientras creaba distancia entre ambos— Lo lamento, nuevamente —Rió apenado. Estaba pasando los límites, su padre le regañaría si se enteraba que había estado hablando más de lo debido, y había invadido el espacio personal del castaño de enfrente suyo.

Sí, realmente el señor Park se dedicaba a decirle constantemente al menor: "Deja de hablar tanto, puedes aburrir y molestar a los demás" Inclusive: "Guarda distancia, Sunghoon. Incomodas a los demás, aprende a respetar”.

— Gracias, Sunghoon. ¿No es así? —El castaño claro asintió con la cabeza varias veces— Y deja de disculparte, no has hecho nada malo Sunoo mostró una de sus características sonrisas, tan lindas y que desbordan seguridad y confianza en todos los aspectos.

— ¿No estás molesto por qué te mentí? —Preguntó temeroso.

— Obviamente no, estabas intentando cuidarte de las personas, algunas pueden llegar a ser muy extremas. —Comentó, haciendo una pequeña pausa ante de seguir hablando— Ser una figura publica no es fácil, ¿Me equivoco? —Entendía a la perfección las razones del mayor, no podía molestarse con él aunque quisiera.

— Lo es —Afirmó, soltando un suspiro de cansancio, se dejó caer en el sofá, aunque después abrió sus ojos, confundido al ver una galleta enfrente de su rostro— ¿Qué? —Aquella mirada del mayor se podía leer como un "¿Qué debo hacer?" a la perfección.

— Come —Sunghoon seguía sin comprender a que quería llegar él castaño oscuro— Ash, que le des un mordisco —Park había logrado entender del todo y realizó lo pedido, deleitándose nuevamente con el dulce sabor de la galleta.

Nunca se cansaría de ese sabor, lo tenía muy seguro. Sunoo sonrió con ternura ante la escena del famoso modelo comiendo con tanto cariño aquella galleta. Quiso dar pequeñas caricias en el sedoso cabello del chico, pero pensó que quizás Park se asustaría o lo tomaría mal si lo hacía.

— Oye, Sunghoon —Llamó la atención del castaño claro— ¿Alguna vez las habías comido? —Señaló las galletitas y el mayor tragó duro ante la pregunta.

— Solo.. No te burles.. ¿Si? —Dijo Sunghoon y este mismo miró como Sunoo levantaba su dedo meñique en espera de algo que él no tenía idea.

Nuevamente, se sintió tonto al no saber que hacer.

Pero Kim lo notó y decidió explicarse— Esto es una forma de sellar una promesa entre amigos. Yo le suelo decir promesa por la garrita, aunque todos le dicen de distintas maneras —Rió levemente— Ambos tenemos que juntar nuestros dedos meñiques para formar una promesa, es algo así. ¿Me permites? —Pidió, señalando la mano del contrario y este le asintió con la cabeza.

Sunoo tomó entre una de sus manos la del mayor y seguido de esto, junto sus meñiques en forma de una cadenita— Lo prometo —Sonrió, contagiando al chico que;minutos antes miraba fijamente todos sus movimientos, dispuesto a aprender todo lo que él castaño le mostraba.

Ambos conectaron sus miradas, manteniendo aquellas lindas sonrisas mientras sus meñiques se mantenían juntos.

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— Tiene mucho tiempo que no probaba una galleta —Aquél momento que sucedió minutos atrás fue interrumpido por la abuela de Sunoo, quien había llegado a charlar con el joven modelo.

Y así era como ahora se encontraba relatando aquella historia para los dos Kim's.

— ¿Cuánto tiempo exactamente? —Preguntó la ancianita, temerosa por la respuesta.

— Casi toda mi vida, realmente no recuerdo exactamente cuando fue que dejé de probarlas— La Kim mayor tapó su boca con sus manos demasiado asombrada. ¡Como era eso siquiera posible!

— ¡Santo Dios! ¿No te permitían comerlas? ¡Eso es una aberración, inaudito, totalmente inaudito! —Negó varias veces la viejilla, se negaba a creer la atrocidades de personas que manejaban a él modelo.

Realmente no sabían que aquellas personas eran sus mismísimos padres quienes mataban de hambre a su hijo solo por su beneficio propio.

— Dicen que puedo subir de peso, eso causaría que baje del estándar de belleza impuesto aquí en corea —Lo decía con tanta naturalidad el castaño claro, tanto que Sunoo quiso ayudarlo a que esas ideas erróneas que le habían planteado en su cabeza se fueran.

La mente de Sunghoon repetía una y otra vez las palabras de su padre, estaba tan perdido que llegaba a creerlo "yo tengo la razón, Sunghoon. ¡Deja de contradecirme! Entiende que eso es exceso de azúcar para ti, te engordará ¿Quieres ser feo?"

— Estar más llenito no te hace feo —Kim bufó de molestia.

¿Quienes se creían esas personas como para hacerle tal cosa al modelo?

— No todos piensan igual, pero que más da, no cambiará nada —Respondió con desgano— Pronto me comenzarán a buscar, las noticias de que el famoso hijo de Park Seojoon anda por las calles solo ya se expandió —EI castaño claro se levantó del sofá, colocándose muy bien la capucha de su abrigo— Fue un gusto conocerles, señora Kim —Realizó una reverencia ante la mayor— Muchas gracias —Ahora fue el turno de mirar al menor— Sunoo, muchas gracias a ti también —Volvió a realizar una reverencia en forma de agradecimiento.

Kim se extrañó. ¿Se estaba despidiendo?

— ¿A dónde vas? —Preguntó el menor.

— Tengo que ir a casa, mi padre estará preocupado porque salí sin permiso —«Más bien estará furioso conmigo» pensó Sunghoon.

— Te acompaño —Avisó Kim, levantándose rápidamente del sofá.

— No, no.. Ya hiciste mucho por mí hoy —Sonrió de manera apenada el mayor.

— No importa, no te dejaré salir así como así. Y era un aviso, yo voy contigo —Sunghoon miró fijamente por unos segundos al castaño oscuro que tenía enfrente con unan pose extraña. Sunoo estaba intentando imitar a un caballero con su espada a punto de ir a la guerra

Aunque la señora Kim y Sunghoon veían otra cosa.

Un Sunoo posando con un panecillo largo apuntando hacía el techo de la casa, una pierna encima de un cojín y la otra mano en su cadera.

Park quiso decir alguna excusa, pero de su boca no salía ninguna palabra, solo podía mirar con ternura al menor de los kim's.

Entre fama y harina. ‹𝟹 SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora