Al estar cerca,
me pasmé.
Olvide que decirle,
o que hacer.
No estaba preparado
para hablar con una chica así de bella.
Lo único que pude hacer,
fue darme la media vuelta.
Aunque recordé que debía ir
al lado contrario
al que me oponía,
para volver a mi destino.
Al cambiar mi curso,
mi hombro pego con algo.
Me golpee con alguien.
Era ella.
Lo siento
fue lo único que pude decir,
mi voz tan estupida
y la suya tan angélica,
que sin duda un ángel quedaría anonadado al escuchar.
Me miró fijamente,
rápido mi mirada pude desviar,
su mirada tan concentrada en la mía
y yo tan avergonzado
sin poderme concentrar.
Me sentí mal,
por haber mi mirada desviar,
la volví a ver
y una sonrisa
en ella se pintaba.
Su dentadura tan blanca,
blanca como las nubes,
la curvatura de sus labios
tan frágil y bien creada.
Sus rasgos eran perfectos,
que sin duda a cualquiera pudieran enamorar.
