ארץ הפלאות

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"¿País de las Maravillas?"

Jimin no comprendía que sucedía, de repente estaba sentado en una de las sillas de aquella extraña mesa, mientras veía como tazas y té iban de aquí a allá desafiando la gravedad, hasta los momentos no tenía palabras para describir nada.

-¿Por qué tan callado?- Esa voz era de aquel chico llamado Jungkook que poseía sombrero de copa.

-No es que este lugar sea muy normal.- Aceptó la taza que el otro le brindaba.

-¿Normal? Esto es normal para mí, el que tú estés aquí lo hace mejor...

-Jimin, Park Jimin.

-Lindo nombre, dulzura.

Sin más se sentó a su lado, mientras ambos miraban a Jin pelear con los hermanos Kim y a Taehyung hablando animadamente con YoonGi, el chico gato, mientras esté aparecía y desaparecía su cuerpo, salvo su sonrisa que siempre mantenía.

-Esto es lindo.- El rubio dejó caer su hombro sobre Jeon, quizá había sentido ese click de confianza muy rápido, pero para él era suficiente.

-Tú eres lindo Minnie.

-Tú lo eres más, Kookie.

Pasaron así un buen rato, recostados uno sobre el otro viendo al resto hacer sus vidas.

Pero el pelicobre sabía que el rubio debía irse, tenía que alejarlo lo más pronto de la reina antes que lo encontrase, de lo contrario no sucedería nada lindo.

Al pasar del tiempo, Jungkook decidió que fue suficiente tiempo con su dulzura, porque claro, Jeon ya conocía al rubio, había venido aquí dos veces ya con diez años de diferencia; Primero a los seis, después vino cuando tenía dieciséis, ahora, con veintiséis años, Park era todo un ser lleno de brillo de sol, así lo veía el más alto.

Sabía que Jimin no recordaba haber venido y lo agradecía, le gustaba saber cuánto había cambiado el rubio con los años y, si seguía llegando aquí, era porque aún poseía espíritu infantil, esto le alegraba de sobremanera.

Intentó explicarle al rubio, que se encontraba hablando con Tae y los gemelos, que debía irse, intentó de la mejor manera posible ya que, por lo que recordaba, siempre que su dulzura venía no duraba demasiado, la reina se daría cuenta y él no podía permitir aquello. Por ende, tenía que decirle al chico que había sido suficiente, pero, como veces anteriores, no se lo tomó bien.

—Pero yo quiero quedarme aquí, contigo.— Reprochó con enojo.

—También me gustaría que te quedarás dulzura, pero no pue—

—¿Por qué? Dímelo.

Está riña ya tenía harto al cobrizo, le exasperaba que él estaba velando por la vida de su acompañante y este no lo entendía.

—¡Porque te van a matar, Jimin!

—Jungkook creo que fué suficiente.— Habló YoonGi.

—¡No! El quiere saber, entonces ¿Por qué no enseñarle?

Por primera vez desde que Jimin llegó, Jungkook carcajeó de una forma extraña, asustaba.

—¿Quieres saber, dulzura?

Una pregunta que no fue respuesta.

—Perfecto, verás; Resulta que se nos acabó el té ¿¡Puedes creerlo!?— Cínico río y después, le miró.

—Jungkook es suficiente.— Está vez había Sido Taehyung.

—¡Calla!

—¡Aquí vivimos en una maldita hora de té eterna, pero nos quedamos sin lo más importante!— En un impulso, se bajó de la mesa donde había estado subido minutos antes, mirando al rubio parado a un lado de esta y con agilidad, jaló del mantel ocasionando que cayesen todos los objetos sobre esta; Tazas rotas, teteras, azucareras, platos y demás se destrozaron al contacto con el fino pasto color aguamarina.

—Pero tú, dulzura.— Acercándose al rubio y tomando sus muñecas dónde resaltaban sus venas, habló.— Lo tienes tibio, espeso y listo para ser bebido recorriendo por tus hermosas venas.

—¿Q-qué?

Jimin no comprendía, había caído en una carnicería completa y sin duda, tenía mucho miedo, temía por su vida, por lo que le pudiera suceder. Pero otro lado de sí quería quedarse, necesitaba estar con Jeon tanto como respirar, no se sentía racional.

—Vete, dulzura.

—P-Pero…

—He dicho que te vayas ¿No era lo que querías desde un inicio?

¿Cómo lo había descubierto? ¿Cómo sabía que quería irse, pero, con el pasar del tiempo, esa no era de sus opciones?

—Vete corriendo, llegarás a tu casa, si te quedas, morirás, dulzura, ya casi es nuevamente la hora del té y la reina no tardará en llegar.

—¡No!

El cobrizo, que se estaba acomodando su cabello con su mano, mientras que en la otra sostenía su excéntrico sombrero, giró.

—¿No?

—No me pienso ir, nadie me matará.

—Niño, es mejor que te vayas.— Habló el sonriente flotante.

—Señor Jimin, la reina no es buena, es mala.— Hoseok se le acercó y abrazó de una pierna.

—Es cruel, arrogante y patana.— Nam imitó a su hermano.

—Es mejor que te vayas, rubio.— Seokjin, quién jugaba con sus orejas largas, le miró con compasión. Tae solo asintió mostrando que pensaba igual.

¿Acaso le estaban corriendo?

—No me iré.

—¡Jimin he dicho que te vayas, lárgate! 

—¡No, me quedo!

—¡Lárgate!

—¿Largarse? Pero si apenas acabo de llegar.

Esa voz, solo podía ser de la persona más odiada y despiadada del país; La reina Roja había llegado a la fiesta de té y para Jimin, no eran buenas noticias.

—¿Y bien? ¿Me presentarán a su amiguito?

Aquella chica, tan bella pero tan cínica, parecía una muñeca con su vestido de tul gigante y cabello rojo brillante. Pero dentro, tenía un corazón y moral corruptas.

—Se llama YungWan, ya se iba, su majestad.

El sombrerero se acercó, reverenció y besó la mano de la monarca, todo un protocolo.

—Oh, que lastima YungWan, pero por favor, ven para poder despedirnos apropiadamente.— Sonrió, esa sonrisa sombría que escondía mil y una intenciones perversas.

—S-Si.

Se acercó e inclinó ante la monarca, asimismo, besó su mano.

Lo que el rubio no sabía, era que estaba marcando su sentencia de muerte y que, mientras el se encargaba de la peliroja, los guardias-cartas capturaban a cada uno de los seis chicos restantes en completo silencio.

—Hola de nuevo, Park Jimin.

—¿Qu-qué?— La levantar la mirada divisó a los prisioneros, con grilletes y esposas, tal criminales.

—¿Tú noviecito Jeon no te lo dijo? No es la primera vez que vienes.

—P-pe-

—Basta, tus balbuceos me hartan, ven conmigo sin presiones, tomemos un magnífico té.

El rubio se alejó, comprendía y menos lo entendía.

Maravillas ✓ [KM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora