Capítulo 1

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Martes 31 de julio de 1923 - Ciudad de Nueva York

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Un espeso humo gris pintó la escena con una luz nebulosa, impregnando tanto el aire como los pulmones de todos los transeúntes que estaban en la plataforma, despidiendo a Crescent Limited junto al ensordecedor y penetrante silbido de un tren a vapor.

Todavía había una gran multitud de personas alrededor cuando la locomotora, una en la que muchos solo podían soñar con estar, comenzó a desvanecerse en la distancia. 

Pero, a pesar de estar entre tantas personas que despedían a sus familiares y amigos, ninguno sintió más anhelo que Molly Ragnatela. 

La última vez que la mujer estuvo en esta estación, le había dado la bienvenida a Anthony a casa después de un viaje de casi dos meses en Nueva Orleans que terminó en 1921.

Y, después de dos años, aquí estaba ella de nuevo. Solo que esta vez, se estaba despidiendo. Sin embargo, tuvo que recordarse a sí misma que su hermano no se iba para siempre. 

Dos semanas. Dos semanas que, para ella, serían una eternidad.

Estando en medio de sus pensamientos, Molly se dio cuenta de que había estado mirando las vías desnudas del ferrocarril durante un largo rato, casi había olvidado el entorno en el que se encontraba ahora.

Tal vez sonaría como una estupidez, pero, esta estación en particular, era uno de sus lugares favoritos en Nueva York a pesar de que eran raras las ocasiones en que llegaba a venir aquí.

Los espacios debajo de las ventanas arqueadas de la entrada principal de la estación daban paso a los altos pilares blancos que se alineaban en las paredes y se extendían hacia arriba por lo que parecían ser millas, logrando que todos se unieran para crear la forma de cúpula que caracterizaba al techo adornado.

Sin embargo, lo que alguna vez fue un techo bellamente pintado con intrincados diseños celestiales, se fue desvaneciendo con los años. Ese vago pensamiento hizo que Molly recordara lo que había sido el lugar antes de que aparecieran las manchas y decoloración por goteras de agua en el transcurso de diez años. 

Siempre le había fascinado el mural del techo de la Grand Central Station; y parecía que, incluso ahora, ella no era la única, la impresionante exhibición llamaba la atención de todos los que pasaban por el lugar.

Desafortunadamente, tal y como sucedió con muchas de sus ensoñaciones, siempre había alguien que la alejaba de eso. 

Había olvidado que no estaba sola.

Un familiar olor a cigarrillo hizo que su nariz se contrajera, apartándola de su silencioso recuerdo para traerla devuelta a la triste realidad. 

Sonando detrás de ella, una voz contundente llamó su atención. Con el inconfundible acento de un neoyorquino, y un tono menos nasal que el de su hermano gemelo, Giovanni la llamó.

El hombre de cabello oscuro estaba de pie junto a Molly, sosteniendo un cigarrillo entre los dientes mientras miraba a su hermana con esa habitual indiferencia suya, una que ciertamente podría estropear el ambiente de cualquier habitación en la que entrara. 

Por fortuna, Molly solía estar allí para traer algo de luz.

— Sí, sí; ya voy.

Como una sombra, el hombre se mantuvo de pie detrás de su hermana por un tiempo, esperando a que ella se dirigiera primero hacia la salida del edificio. A esta hora de la tarde, la estación Grand Central no estaba precisamente vacía, lo que implicaba que debía lanzar un montón de miradas sospechosas de izquierda a derecha. 

¿Cuándo Volveré A Verte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora