Querida yo, invisible y olvidada:
A veces olvido que estás ahí, que aún existes y permaneces con vida en algún rincón de mi subconsciente. Olvido lo que fuiste y me atormento preguntándome en que quedarás.
Antes eras una esencia vibrante, llena de luz y color. Ahora no eres más que un eco, una sombra, un susurro.
A veces olvido que tengo que luchar. Que tengo que luchar para que no desaparezcas. Para que ella no te consuma, no te contamine y te destruya. Como está haciendo conmigo. Me siento como un guerrero, armado hasta los dientes con armas que se vuelven en su contra y que no sabe utilizar. Los cuchillos cosquillean en mi cuello, pero estoy paralizada.A veces no distingo quién es ella y quién soy yo.
Querida yo, me lo está quitando todo. Me está matando. Me exprime la alegría, la pasión, la inocencia y la ilusión. Pero no se lleva el miedo, la rabia, la inseguridad o el dolor.
Los deja aquí para torturarme, para castigarme, para debilitarme.
Está ganando. Está ganando y no puedo detenerla. Cada día que pasa, me siento más un fantasma, cada día que pasa, desaparezco más y más. Vago aún más y soy menos corpórea. Me reúno contigo poco a poco, y ella se alza victoriosa.Ella. La voz. La oscuridad.
Y está hambrienta querida yo. Hambrienta de la amargura de la desesperación, del angustioso temor y del quemazón del dolor. Se ha llevado todo lo bueno de mí.
Desea que te deje en el olvido, que te abandone. Te ha encerrado bajo llave. Y no sé dónde la guarda.
Quiero ayudarte. Quiero liberarte. Pero no me quedan fuerzas para alzarme, para detenerla. Me ha destrozado. Por su culpa soy más frágil que un cristal roto, más débil que una muñeca de trapo.
Estoy avergonzada y solo puedo rogarte perdón. Perdóname, porque no puedo recuperarte. Perdóname porque no puedo frenarla, por dejar que gane. Perdóname porque intento hacer oídos sordos y olvidarla. Pero tengo las manos atadas y los ojos vendados, me ha inmovilizado.
Me mira desde las sombras, con una fría sonrisa y los ojos inyectados en sangre. Porque sabe que queda poco para mi caída. Sabe que estoy al borde del precipicio y que no hay forma de escapar.
No tengo opciones, no hay vía de escape.Solo hay vacío al otro lado. Hay vacío por todas partes. Vacío al que grito impotente.
Temo que cuando caiga, ocurran dos cosas: que sea el fin y me trague por completo la negrura o realzarme como un ángel caído. Así es, un demonio dominado por ella, sin sentimientos, sin emociones. Que tome el control completamente.
Sé que no debería, pero por mucho que le tema, la primera opción sería la que escogería. No habría dolor, solo silencio, solo paz. Mi mente al fin sería libre. No tendría que preguntarme cuál sería el fin de mis pensamientos o si acaso llegaría. ¿Debería saltar? ¿Debería rendirme al fin a sus pies tras años de batallas perdidas?
He perdido la esperanza tras tantas derrotas.Ojalá pudiera correr hacia ti querida yo, correr hacia la luz.
Y sé que es imposible y egoísta. Sé que yo debería ser quién nos salve, quién te saque de ese rincón donde te oculta, pero por favor, encuentra la llave por mí.
Intenta salvarte e intenta rescatarme a mí. Porque yo no puedo moverme, estoy bajo sus garras y me desplaza como un peón en su tablero de ajedrez.Por favor resiste. Prevalece porque estoy en una pira ardiente y queda poco para que las llamas me consuman por completo.
Y entonces, no habrá nada que salvar y nada por lo que pelear. No quedará ni un resquicio de mí.
Solo quedarán mis cenizas, sobre las que bailará.
Solo quedará ella.
Solo quedará oscuridad.
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Querida yo, invisible y olvidada.
SpiritualA veces todo me sobrepasa. A veces esa voz, la oscuridad, gana. Quiere acabar con esa parte de mí tan especial, esa parte invisible y olvidada en los confines de mi alma. Así que para que no desaparezca por completo, he pensado en plasmar todo lo qu...