Mi fe está en ti

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Notas: Hola chicos. Bueno, como prometí subiría mis otras historias a esta cuenta, por lo que les traigo esta donde Catra es una sacerdotisa y Adora una princesa. Este one-shot realmente es un reboot de una de mis primeras historias. La reescribí principalmente porque quería explorar mas ese mundo, por lo que este es el resultado. Espero que les guste :3

Mi fe está en ti

— Que el camino de nuestra Diosa She-ra nos acompañe — Pronuncia esas palabras para finalizar la ceremonia.

Toda la misa una mirada intensa la había distraído, hasta tal punto que casi se equivoca en la lectura del sagrado libro. No era la primera vez que Adora se dedicaba a verla con esa expresión suave, pero a la vez arrogante; sin embargo, por lo general no dura mucho. Desvía su atención cuando nota que Catra le daba una mirada de reprimenda. No obstante, hoy esa mirada estuvo toda la ceremonia.

Levanta el libro para cerrarlo, tiene que dejar de pensar en tonterías. Se da la vuelta para quitarse la estola y doblarla con la delicadeza que requiere el acto. — Quiero una confesión — La interrumpe la princesa con la voz firme y segura, una característica de la realeza — Como desee majestad, pero me temo que tendrá que ser después de la misa de la tarde. — Adora asiente y con majestuosidad contesta — Bien. Pase a mi dormitorio después de que el sol se haya ocultado. — Antes de que pudiera dar una respuesta Adora se va, dejándola sola en el templo, con la única presencia de She-ra.

La tarde llega más rápido de lo que esperaba, la misa fue una simple repetición de lo dicho más temprano, por lo que no hubo sorpresas. Antes de retirarse del templo ve la figura posada en el centro del altar. Si fuera por ella quemaría todo, pues era una gran mentira que la Diosa estuviera entre los hombres. El poder divino que alguna vez se relató con tanto fervor y misticismo en el libro sagrado no eran más que cuentos, mitos que tal vez nunca pasaron. Sin embargo, su deber esta con esta iglesia, con este reino y con su princesa. Seguiría esa farsa toda su vida solo si con ella podía serle útil a la persona que tanto ama.

Con paso sereno se dirige a sus aposentos. El sol aun no muere en el horizonte a pesar de que los fuertes vientos amenazan con que la noche se acerque. Entra en su habitación, un cuarto sencillo que consistía en una pequeña cama y un escritorio. Ella podría tener la habitación principal de un sacerdote, su posición en la iglesia se lo ordenaba, pero ella no quiere tomarlo; aquel lugar no le trae gratos recuerdos.

Se cambia su elegante y pesada túnica por algo más ligero e informal. Saca del cajón un tintero, una pluma y papel. Se dispone a escribir el sermón para la ceremonia de mañana. Todo parecía tan rutinario y aburrido, había hecho eso durante más de 15 años, su madre se lo exigía desde que ella apenas tenía 12. Al ser la única hija de Shadon ella tenía que ser la heredera de su puesto en la iglesia.

Acabo de escribir su monótono discurso, y después de esperar a que se seque la tinta, dobla el papel con cuidado en 3 partes. Ve a través de su pequeña ventana, el sol se está apagando poco a poco, en ese instante un guardia llama a su puerta. La princesa demanda su presencia. Catra entonces suspira, toma el gran libro y sale rumbo a la habitación real.

El sirviente se encarga de anunciar su llegada. Entra a la habitación y no se sorprende al ver a Adora llena de lodo. Sus días de entrenamiento habían quedado atrás, aun así, parecía que la rubia quería mantenerse en forma. Catra le da una mirada al sirviente para que se retire y después a la princesa. — Mi señora, deje que su escudero le ayude — Intenta reprender la sacerdotisa — ¿Les estas dando órdenes a tu princesa? — Responde Adora con el ceño fruncido, pero con un tono pícaro que dice que no hablaba en serio.

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