/ Capítulo 4 /

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JENNIFER

Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo. No podían percibirlo. Ni siquiera podían procesarlo. Los tenía delante de mí. En frente de mí. Ahora. En estos mismos instantes. A los tres. Conmigo...

Jamás pensé que los volvería ver. Que volvería en encontrarme con ellos. No después de cómo me traicionaron. No después de que me dejaran sola.

Archer. Jail. Darel. Los tres estaban conmigo. Y me habían explicado toda la historia. Jamás me habían dejado. Jamás se habían. Nunca me habían abandonado. Siempre estuvieron detrás de mí. Como una sombra. Espiando. Siguiéndome. Y eso, de alguna u otra forma, me reconfortó. Sí, tal vez lo que habían hecho ellos estaba mal. Pero...en el fondo de mi corazón, aún les seguía queriendo. De hecho, todos estos años siempre me había preguntado el qué hubiera pasado si...si no me hubieran dejado. Si estuviéramos juntos los cuatro.

Pero ahora no podía pensar bien. Ahora no podía razonar con simplicidad. No por la forma en la que los chicos me estaban sosteniendo.

Mi pecho subía y bajaba, del momento. Y ahí, sin esperar más, miré a Darel. Lo estudié. Ya no era aquel chico adolescente de dieciséis años que conocí aquella vez. Ya no era solo alto. Ahora se había transformado en un chico totalmente...totalmente diferente. Tenía tatuajes, en los brazos. Era musculoso, muy bien dotado. Tanto que el uniforme de policía le quedaba apretado. Y se puso más alto. Podía deducir que ahora medía un metro ochenta. Su piel se veía bronceada. Sus facciones totalmente masculinas se perfeccionaron más de lo que recordaba. Y sus ojos verdes...eran exactamente como lo recordaba.

Y creo que Darel se dio cuenta que lo estaba mirando, se dio cuenta que lo estaba estudiando, porque me sonrió de tal forma que pegó sus labios a mi pierna derecha. Lo pegó lento, sin preocuparse en demorarse, y sacó su lengua para lamer una parte de mi pierna.

Temblé en aquel instante. Y cerré los ojos por unos segundos.

Y cuando abrí los ojos, Darel me recibió con otra sonrisa y me guiñó el ojo. Volvió a pegar sus labios a mi pierna y susurró, con su voz ronca, grave:

Exquisita. Pero más deliciosa será probarte enterita, Jennifer.

Iba a cerrar los ojos, a dejarme llevar por sus palabras, hasta que sentí cómo, en mi otra pierna, Jail estaba dejándome besos en ella.

Decidí estudiarlo también. Su cabello castaño estaba despeinado; era vidente que de todos él era el más joven. Se veía más tierno, más cariñoso. Su mirada no cambió, nada de él cambió. Estaba musculoso, el traje de policía se apegaba a sus músculos. Había crecido. Y no solo era eso lo que había crecido. Porque cuando Jail me miró y me acercó la pierna con suma desesperación y fuerza hacia su miembro, supe que esa parte de su anatomía también.

Nunca lo había visto, a los tres. Jamás se los vi. Y tampoco es que yo no haya visto miembros antes. Sí lo había hecho, pero...de alguna u otra forma, poder ver el de ellos, me puso nerviosa.

Y ahí Jail me sacó un tacón, acto seguido, Darel lo hizo también con el otro . Y cuando creí que no podían hacer nada más, Archer dijo:

—Quiero que la dejen desnuda para nosotros—soltó—. Y mientras lo hacen—Archer se puso una mano en su pantalón policial, abrió el cierre y sacó su pene para luego tocarlo, me sonrió con malicia—, yo me masturbaré viendo cómo lo hacen. Y el semen que saldrá de mi pene será para ti, Jennifer. Cada gota, cada espermatozoide es para ti.

Mi pecho empezó a subir y bajar. Mi cuerpo tembló al sentir las manos callosas de Jail y Darel tocarme desde los tobillos hasta los muslos. Y mis ojos, mis ojos no pudieron evitar mirar el miembro de Archer. Él se estaba tocando, mientras Jail y Darel empezaban a tocarme las piernas.

Suspiros enrejados (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora