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CAPÍTULO SETENTA Y DOS MARLEY ESTABA EN GUERRA ━━━━━━━━┓ ＊ ┏━━━━━━━━
Marley estaba en guerra.
Al menos, eso es lo que Willy le había dicho.
Félix se movió un poco y el agua que lo rodeaba se deshizo con lentitud en suaves ondas que se detuvieron una vez alcanzaron el borde de la bañera. Las cortinas del ventanal estaban corridas hacia los costados, permitiendo que los rayos de sol que golpeaban ese lado del muro entraran como una cascada hacia el interior de la habitación, y ocasionando que se reflejara arriba en el techo.
Desde donde estaba alcanzaba a ver la pequeña arboleda que rodeaba la propiedad de los Tybur y el resto de las casas de los vecinos que nadie le había presentado aún. En el jardín trasero no había risas, ni las voces de los niños ni la de Fine siendo acarreada por un eco desconocido que siempre alcanzaba su ventana.
La casa entera estaba en silencio, y Félix, aunque no le gustase, estaba agradecido por ello.
El silencio le ayudaba a poner un par de cosas en perspectiva, como el agujero que había en su pecho. Llevaba allí ya un tiempo, desde que lo llamaron a Stohess, cuando Rod Reiss abrió aquella puerta de aquella oficina y luego abrió la boca. O tal vez cuando se fue por cuenta propia al encuentro de un hombre al que no conocía, cuando subió hasta ese agujero en el muro para ver a un titán que realmente no había querido ver.
Tal vez, pensó para sí mismo, siempre había existido un agujero ahí en su pecho que se lo carcomía por dentro cuando lo peor ocurría.
Como fuera, el silencio era agradable a pesar de que en el interior del baño el tenue sonido de una gotera cayendo cada dos segundos del grifo lo rompía y le recordaba que aún respiraba.
Podía ver los ligeros movimientos de su pecho cada vez que tomaba una bocanada de aire, alzando un par más de ondas que ni siquiera alcanzaban a romper propiamente antes de desaparecer. Félix las seguía con su mirada cada vez que aparecían y después miraba hacia otro lado una vez se desvanecían.
Con un suspiro, se hundió con más saña entre el agua caliente y sopló un par de burbujas cuando su boca pasó por debajo de la superficie, viéndolas aparecer encima del agua. A través del ventanal, el sol apenas se asomaba un poco, como si quisiera echar un breve vistazo en el mundo con tal timidez que uno pensaría que se trataba de un persona.
Con gentileza, alzó sus dos brazos y los sacó del agua, y luego los dejó caer.
En sus recuerdos, así de atronadores era como sonaban los disparos.
Guerra, pensó. Marley está en guerra desde hace unas semanas y nadie en esta casa parecía preocupado de ello hasta ayer por la tarde.
De no haber sido por esa carta del señor Wright, Félix dudaba que los Tybur se hubieran preocupado por lo que sucediera fuera de estas paredes. Él sabía que si salía a la calle, si caminaba por la acera, si le daba vuelta a la cuadra y continuaba su camino por el resto de esas casas que veía allá por detrás de la arboleda, nadie estaría preocupado por la aparente guerra que su nación estaba librando.
