Prólogo

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Siempre fui amable, nunca pedía nada que no pudieran darme, siempre estuve conforme con lo que tenía. Jamás mentí o insulte a alguien que no lo merecía. Pero ahora que vuelvo a casa el pasado regresa. No tuve una niñez espléndida, nunca jugué con muñecas o actúe como la princesa en una meza fingiendo tomar té con peluches y tacitas de plástico.

Fui obliga a ser madura y sumisa ante las ordenes de mis mayores, jamás conocí el amor de una madre.
Mis días eran triste y grices, hasta que el sol brillo en lo alto, nunca me sentí más viva, el calor, la luz, todo lo que el sol me brindaba era lo que siempre me ayudaba a salir de la monotonía.

Más tarde descubrí que no estaba sola tenía familia, tenía a Charlie, tenía a mi Padre Apolo.

Lehya



La Hija de ApoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora