Capítulo I

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||La Profecía||

 ||La Profecía||

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Lo primero que Lehya sintió al despertarse una mañana del sábado fue el estridente y orroroso sonido de una trompeta occidada y tuerta, o bueno esa descripción saldría de cualquier persona que haya tenido una noche orrible debido a pesadillas sin sentido, más con solo pensarlo te probocaría escalofríos, también teniendo en cuenca que es un fin de semana ¿Quien se levanta a las Seis de la mañana ?. Lo único que quería era volver a dormir y cobijarse en las sábanas blancas. Y por supuesto que lo estaba consiguiendo si no fuera por el bullicio de sus compañeros de cuarto, y más el
constante sacudidon que le daban a cada rato.

Ya rendida resoplando y espabilando se levantó de mala gana, lo primero que vio fue a sus hermanos y hermanas burlándose de su nido de pájaros, que nosotros comúnmente llamaríamos cabello. Fulminado con la mirada a todos fue directa a buscar su cambio de ropa, su sepillo de dientes y pelo y por sobre todo una liga para su cabello. Ya con todo tomó el camino hacia la única edificación  que en cuyo recinto estaban los baños y las duchas que poseía el campamento en donde recididia hace ya dos años.

Ya lista con su cabello rubio ondulado recogido y camiseta naranja con el logo del campamento, short blancos y zapatos deportivos ligeros fue directa a donde se acumulaban desenas de adolescentes y niños de variadas edades. Escogió lo que hiva  desayunar  con cuidado escudriñando con la mira cada uno de los platillos dispuestos en la mesa en donde se situaban todos sus hermanos y hermanas. Se desidio por el mismo platillo de su hermana Ema; este constituía de un delicioso filete, con papas al vapor y unos nuggets de pollos, una rara combinación debería  decir, rara pero deliciosa combinación.

Sentada en su lugar miro fijamente su plato, pensando en los jugosos filetes y los diabólicamente crujientes nuggets, para que estos aparezcan en un santiamén en su plato, con cuidado corto la mitad del filete y recogiendo algunos nuggets fue hacia una especie de hoguera pequeña y tiro ambas cosas al fuego, para luego dar gracias a sus Dioses y desearle un lindo día a su Padre.

El estómago lleno y satisfecho de Lehya le impedía caminar rápido <<creo que exagere con el desyuno>>pensó con una mueca un tanto graciosa. Miró hacia donde estaba la Casa Grande con pesar, aún le faltaba mucho por llegar.

Lo primero y segundo que vio Lehya al pasa la puerta de entrada de dicha Casa fue al señor D. Y a su Maestro de espada. Quiron, jugando a lo que parecía ser Poker. Quiron al verla la resibió con una sonrisa, más el Señor D. Le dio una mueca o intento de sonrisa.

¿Que quieres Lehay? —pregunto; pronunciando mal su nombre algo típico de él Señor D. O más conocido como Dionicio Dios del Vino.

Quería pedir, ir a casa a pasar una temporada con mi Padre. — Confesó Lehya, hace tiempo que no veía al hombre que la acogió y crío desde muy pequeña.

La Hija de ApoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora