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Recostó su cabeza en el sofá, sus mejillas mojadas relucían con la luz de la lámpara, pero él parecía no notarlo mientras sentía el frío apoderarse en su cuerpo. — No crea que no me preocupaba por ellos. Todos los días de mi maldita vida pedía porque ellos dejaran esos hábitos asquerosos... ¡Pero era tan estúpido soñar y pedir porque ellos tuvieran una mejor salida! ¿Sabe lo horrible que era llegar y que lo primero que vieras es como tocaban a tu mamá y que ella sólo riera?

Sus labios temblaron y sus puños se apretaron, recordando aquellos días donde pedía a gritos que la dejaran, pero todo lo que terminaba recibiendo eran cachetadas y jalones de cabello por meterse donde no debía.

Desde ahí se sintió asqueroso, porque no pudo cuidar de ella como habría querido. Pero era algo que ella se buscaba día y noche. Era algo a lo que ella se había sometido.

— Los odio. Porque no sé qué mierda les pasó para que llegarán a ser lo que son ahora.

— ¿Ellos saben que vienes aquí?

— Ellos no saben absolutamente nada de mí desde que cumplí quince. Si me ven en casa me agreden y me dicen hasta de lo que me voy a morir. — Lo miró, el enojo reflejado en sus ojos, en su cuerpo rígido y sus manos. — Me odio por ser su hijo, pero principalmente por no haber sido suficiente para mantenerlos seguros de sí mismos.

(( ♡ ))

Liam lo ayudó a curar los cortes en su mano, las curitas y la venda en su muñeca no le gustaban, pero no quería ver sus heridas porque le asustaban. Sus sollozos eran frágiles y suaves, adornando la habitación de forma desagradable, donde la sangre seca del mayor hacia en su ropa y suelo. El menor sorbió su nariz y no había mencionado nada sobre ello, porque sabía que había sido un accidente al ver los vidrios por todos lados.

Lo acomodó en su cama mientras él salía a buscar el recogedor y la escoba para recoger lo que quedaba de aquella botella.

Pero Zayn parecía poco dispuesto a dejar que lo hiciera.

— Te puedes lastimar — Liam negó, pero Zayn no le hizo caso y se acercó quitando la escoba entre sus manos. — Yo–yo lo–

— No puedes ni mantenerte en pie, ¿En serio crees que podrás con eso? — La mirada de Zayn cayó, pero Liam lo sujetó con delicadeza y lo regresó a la cama, se acomodó a su lado mientras acariciaba las mejillas del moreno. — ¿Estás bien? ¿Ya no duele?

— Un corte más no hará la diferencia, James.

El castaño negó y tomó la mano lastimada de Zayn pidiendo permiso con sus ojos para subir la manga. Este, sintiéndose inseguro terminó por aceptar. Liam lo hizo, sin detenerse a rozar sus dedos por cada pequeña cicatriz. Sabía que Zayn las odiaba, más se sentía inseguro de ellas porque él no había tenido quien le dijera lo valioso que era.

Y a su mejor amigo nunca lo escuchaba, porque parecía huir de su alcance a penas y lo encontraba.

Sacó de su mesita de noche una cremita, él sabía que Zayn ni siquiera se cuidaba, ni nada, y junto con ello sabía que no era su obligación hacerlo por el mayor, pero tampoco podía verlo así.

— Mis abuelos no sólo eran groseros conmigo, también el resto de niños que iban conmigo a clases. —Comenzó a contar mientras huntaba la crema sin olor. Zayn batallaba por mantener sus ojos abiertos, pero aún así estaba dispuesto a escucharlo. — Decían que yo era muy tonto y feo como para tener amigos, también solían empujarme hasta dejar mis rodillas con raspones.

— Los niños son asquerosos.

— No, sólo hay niños a los cuales no les ponen límites. — Dejó su brazo y subió sus manos para limpiar sus mejillas mojadas. — Ellos vivían rodeados de privilegios, que ver algo diferente era extraño y malo. Pero no hay nada de malo en que todos seamos distintos. — Besó su boquita repetidas veces hasta ver una pequeña sonrisa, después se hizo hacia atrás tomando de regreso su brazo.

— ¿Q–qué me estas queriendo decir con todo esto?

— Nada. Es lo que tú quieras ver. — Aclaró. — Yo siempre pensaré diferente a ti, pero eso no nos hace enemigos, sólo personas que con pensamientos y gustos distintos que nos hacen caernos bien. — Besó de nuevo su boca sin poder evitarlo. Y Zayn sintió que viajaba aunque los roces no eran tan duraderos. — Yo puedo recordar a muchos mocosos haciendo de menos a un niño en silla de ruedas, mismo niño que semanas después fue cambiado de escuela porque no encajaba. Él no estaba ahí para haber felices a los demás. Él estaba ahí porque debía hacerse feliz ha sí.

— Es diferente. — Miró al lado cerrando sus ojos. — A veces quiero que ellos sean diferentes por más que se que eso no va suceder, porque jamás me han escuchado. Pero no sabes ese vacío que siento cada que tengo que regresar y ver lo que son. Porque por más que diga que no me interesan y que son una mierda, siguen siendo aquellas personas que me trajeron a ese horrible mundo lleno de problemas.

Liam calló, escuchando de nuevo los sollozos del mayor.

Se acercó y recostó su cabeza en su pecho, acariciando con su mano la extensión del mismo escuchando sus pequeños ruidos.

Sabía que, por más que uno dijera que algo no le importaba, estaba ese tic molesto que decía que no era cierto.

Y es que a Zayn le importan más cosas de las que debería.

— Termina de llorar y descansa. Mañana pensaras que hacer y a quienes necesitas. Pero algo si te digo; ellos no van a cambiar por más que tú les pidas que lo hagan. Y eso tú lo sabes muy bien. Entonces, cariño, por más que te duela ver como se destruyen, tú debes de seguir para sentirte orgulloso de ti. No por ratos, no por meses, sino para siempre.

(( ♡ ))

𝗋𝗈𝗌𝗂𝗍𝖺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora