XII | Omega Algodón de Azúcar

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Cómo había llegado a esa situación?

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Cómo había llegado a esa situación?

Debía admitir que estaba aterrado

Era su primer día como maestro, estaba feliz de estar a cargo de las clases de gimnasia, pero no estaba muy seguro de poder encargarse de un montón de niños

Niños que capaz le pasaban unas dos cabezas. Pero eso ni iba al punto, cómo iba a cuidar de un montón de adolescentes con las hormonas alborotadas?

Solo era un pequeño Omega! Incluso si le regalaban unos dulces ya se lo podían ganar!

Jimin infló sus mofletes molesto, realmente era demasiado fácil para ganar

— Debes hacerlo mochi — un suave susurro logró sobresaltarlo

Estaba demasiado concentrado intentando no ser demasiado fácil de ganar, que había olvidado que estaban frente a la escuela

— Hyung, estas seguro qué podré hacerlo? — habló, encontrandose con la mirada preocupada del mayor

— Por supuesto que puedes, eres un Omega

— Exacto, soy un Omega — habló en un tono obvio, sorprendiendo a su Hyung

Había escuchado sobre la gran falta de Omegas que había en fork, por la poca población que había, por lo que ambos resultaban hacer un platillo de gran calidad dentro de aquel lugar oculto

Después de todo, no todos los días aparecían un par de Omegas tan bellos como ellos para vivir con un montón de Betas. Ya que era conocimiento común, que los Omegas preferían mezclarse entre fuertes Alfas, que estar entre Betas comunes

El rumor de que dos lindos Omegas extranjeros que apenas lograban manejabar el inglés, vivían solos y capaz ni siquiera sigan comunicándose con su familia. En parte aquello era cierto, pero a la vez, aquello era aterrador, al parecer era cierto que las noticias volaban en aquel pueblo

Los chismes eran un juego de doble filo, puede ser divertido para algunos enterarse de cosas que otros no saben, pero en parte aquella información podía utilizarse para cosas bastantes malas, o repulsivas

Y un rumor que se mantiene alrededor de un Omega, podía ser mortal

— Utiliza tus feromonas — mascuyo Jin, sin notar la mueca de horror en el rostro del menor

— Itilizi tis firiminis — repitió Jimin con sarcasmo — no puedo utilizar mis feromonas! Los alumnos me saltaran encima! — chillo indignado

— Jimin, como lograbas dormir de niño? O como te calmaban tus padres cuando hacías un berrinche? — pregunto con calma

El pequeño se mantuvo en silencio, analizando las palabras del mayor

— Mi madre utilizaba sus feromonas...

— A eso me refiero

— Estas loco?! No soy la madre de ningún niño! Vámonos a la casa, no pienso quedarme ni un minuto más aquí — se removió reforzando su cinturón sobre su cintura

Pink Boy | 𝐄𝐝𝐰𝐚𝐫𝐝 𝐂𝐮𝐥𝐥𝐞𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora