Ángeles de Nieve

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La sensación de pisar la arena la encontraba muy parecida a andar sobre la nieve. Cierto es que la planta de sus pies desnudos sentían al andar en la playa un calor bastante intenso muy distinto al atenuado frío que traspasaba incluso con calzado especial allá en las montañas de Canadá. Sin embargo ese ligero hundimiento, esa experiencia como que rompes partículas con tu peso, eran similares. Incluso ese ruido crujiente en cada pisada podía ser casi idéntico.

Langa sonreía por el sentimiento de alegría que nos da al encontrar algo que nos recuerda el hogar, aquello que nos hacía felices en otro tiempo y en otro lugar, mientras probaba a caminar por las distintas texturas de la playa: en la arena mojada por las olas que la mojaban de formas constante, por la algo seca si se retiraba medio metro de la orilla, por la más alejada que brillaba al sol como cristales que casi cegaban como los campos nevados.

Sí, la arena algo seca es la que más se parecía a pisar la nieve, pero la seca del todo tenía el aspecto más similar.

Con los dedos del pie izquierdo movió un poco la arena y formó un pequeño montón. Luego formó otra elevación con el otro pie. Repitió el proceso mientras su sonrisa se ampliaba al comprobar que podría manejar la arena tal como siempre había hecho con la nieve.

¿Tal vez podría formar ángeles de nieve en la arena?

Probaría.

Se tumbó en la arena caliente y empezó a mover brazos y piernas con energía. El polvo de la arenilla llegó a su nariz y le hizo estornudar.

Estimó que ya era suficiente.

Se levantó con mucho cuidado y se dio la vuelta.

Donde él había estado tumbado la arena estaba aplastada y a los lados se habían formado pequeños montones, pero para nada se parecían a un ángel.

Debería probar con la arena medio mojada.

Con decisión se tumbó más cerca de la orilla y empezó de nuevo a mover brazos y piernas. La sensación no era muy agradable por notaba la humedad por su cuerpo y además el olor a arena mojada era un poco repulsiva. Aún así, terco, siguió con aquellos movimientos rítmicos hasta una sombra le robó el sol y vio la cara asombrada de Reki mirándole.

—¿Qué haces, tío? ¿Estás bien?

En vez de responder Langa se puso de pie y comprobó el resultado de su maniobra. Aún peor. No había conseguido más que revolver la arena.

Langa dudaba que en la arena completamente mojada de la orilla lo consiguiese y lo más seguro es que acabase tragando agua y estaba asquerosa de lo salada que estaba.

—Intentaba hacer Snow Angels —le contestó muy triste al fin a su pregunta a Reki.

—Snow...? —repitió Reki mal pronunciada la palabra que sí había comprendido ya que era el apodo de Langa en S.

—Snow Angels —repitió Langa y tradujo a continuación—: ángeles de nieve.

Por cómo abrió los ojos y arrugó las cejas, Langa comprendió que Reki no sabía a qué se refería. Como Langa no era muy bueno explicando cosas, a diferencia de Reki, prefirió mostrárselo.

Le pidió que le siguiera y ambos fueron hasta la sombrilla donde Miya seguía jugando con la videoconsola. Les observó de reojo sin decir nada mientras Langa recuperaba su móvil de la bolsa donde habían metido el suyo y el de Reki para protegerlos de la arena.

Buscó en la galería de fotos. Le costó bastante encontrar lo que necesitaba, pues solo tenía una carpeta general. Se recordó que debía agrupar las fotografías en diferentes apartados, pero es que no tenía ni idea de cómo se hacía.

—Esto.

Reki miró con mucha curiosidad la imagen que le mostraba. Miya estiró el cuello intentando ver.

Los ojos de Reki brillaron con emoción.

—¡Oh, es muy típico de las películas! Sé lo que es. Recuerdo una super romántica de esas que le gustan a mi madre y una pareja hacía eso en la nieve. ¿Has hecho eso con una chica?

Esa curiosidad de Reki dejó a Langa fuera de juego.

¿Él con una chica?

Recordó el fallido intento de ligar de Reki con la chica etérea en el barco y con demasiada rotundidad, debido sobre todo a una sensación tirante y fría en su interior, respondió:

—¡NO!

Reki se sobresaltó un poco por enérgica réplica.

—Se hacen para divertirse, tan solo por éso —explicó Langa con voz medio arrastrada, solo para que Reki no lo relacionase con nada romántico y menos con algo que Langa hubiese hecho con una chica. ¿A qué había venido aquello?

Langa pasó con el dedo las fotos siguientes de la galería y Reki pudo verle a él tirado en la nieve formando un ángel, luego varios intentos infructuosos. De pronto apareció su padre probando a hacer su propio ángel con una carcajada detenida en el tiempo. El corazón de Langa pegó un salto. Con torpeza quiso recuperar su móvil pero Reki se lo había acercado al rostro para ver la foto mejor.

—¿Es tu padre?

La respuesta era evidente.

—Sí —contestó en un susurro Langa e intentó de nuevo recobrar el móvil.

Miya se había puesto de pie y se aupó de puntillas para ver la foto que con tanta atención miraba Reki. Este le devolvió el móvil a Langa pero antes de soltarlo, le sostuvo la muñeca con una gran sonrisa y con emoción en sus ojos le dijo:

—Debe ser realmente divertido.

Langa le pareció que Reki se solidarizaba con lo que aquella imagen hacía sentir al rememorar aquel momento perdido de su pasado.

—Lo es —le dio la razón mientras con cierta prisa volvía a meter el móvil en la bolsa.

—Hay una forma de que puedas hacer ángeles en la playa y no precisamente en la arena —le reveló Reki con entusiasmo.

—¿Sí, en serio? —le preguntó Langa todo esperanzado porque confiaba por completo en lo que Reki le decía.
Reki le señaló con una sonrisa de oreja a oreja el flotador que había acabado de hinchar Shadow. Este le vio y les advirtió:

—Ni se os ocurra.

Pero Langa ya había agarrado el flotador y todo feliz corrió al agua.

Había comprendido a lo que se refería Reki.

Tras meterse un poco para dentro se tumbó sobre el flotador y con las manos y con los pies movía el agua formando un ángel de mar que seguro su padre podría ver desde el cielo.

Navidades de Sk8Donde viven las historias. Descúbrelo ahora