La historia

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1955

Once años habían pasado desde esa noche, ambos niños muy diferentes entre sí, aunque ambos disfrutaban de los dulces y mucho.

Ella estaba más interesada en los libros y su hermano tenía una gran obsesión con la televisión. Ambos eran el orgullo de su padre.

Pheonix hace un par de años le reveló a su padre adoptivo que recordaba todo, y que estaba agradecida por no dejarla sola. Poco tiempo después llegaron al acuerdo que no le dirían nada a Hellboy hasta que fuera mayor y entendiera lo que ocurría.

Aunque en teoría fuera una persona mayor en el cuerpo de una niña, no le importaba a su padre y a ella, ya que podía experimentar de nuevo el amor de un padre, el ser niña de nuevo y recuperar un poco de su inocencia perdida hace ya muchos años.

Pov. Pheonix

Era noche buena y me encontraba leyendo un libro recargada en la espalda de mi hermano "mayor", él estaba viendo la televisión, un programa de un títere que me daba escalofríos y más cuando tenía una réplica exacta de ese maldito muñeco a cualquier parte que fuera.

- Hijo puedes apagar a ese títere, hija deja ese libro y cepíllense los dientes. - dijo nuestro padre para dirigirse a guardar unos libros que estaban fuera de su lugar.

Créanme nunca estuve más agradecida con mi padre, ya no aguantaba escuchar la televisión, aunque tendría que dejar mi libro, a lo que hice un pequeño puchero para después cerrar el libro.

- No lo llames títere - contesto mi hermano con su mirada aún puesta en la televisión, lo que se ganó que rodara los ojos.

- ¿Disculpa? - padre se giró lentamente con un semblante confundido, a lo que yo sólo me encogí de hombros.

- ¡WUOOO! - el inteligente de mi hermano se dio la vuelta para ver a nuestro padre, pero creo que olvidó que yo estaba recargada en él, por lo que terminé cayendo al suelo y mi espalda siendo lo que amortiguara el golpe - ¡Auch...! -

- ¡Nix! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Ven déjame ayudarte! - Hellboy rápidamente se dio la vuelta para ayudar a levantarme, pero antes que pudiera recuperar mi equilibrio volvió a soltarme para responderle a padre - ¡Mira! No es un títere, Howdy Doody es real. ¡Es real! - creo que recordó que existo porque volteo a verme - ¿Qué haces en el suelo, Nix? -

- Oh... nada, estoy descubriendo que el suelo debe amarme o que a mi hermano le gusta tirarme al suelo - dije con sarcasmo para al final fulminarlo con la mirada.

- De verdad lo siento... - tomó mis manos y esta vez se aseguró que quedara de pie y no volver a caerme.

- No te preocupes Rojo - le dije con una pequeña sonrisa para después ponerme seria - pero vuelves a tirarme por discutir con papá debido a ese muñeco y lo quemaré - él sólo asintió tragando saliva, podré ser físicamente entre uno o dos años menor que mi hermano, pero cuando me deja de lado por Howdy, puedo dar miedo.

Padre nada más nos veía negando con la cabeza.

- Pues el señor Doodoo tendrá que decir buenas noches - padre decía mientras caminaba hacia la televisión para apagarla, ganándose una queja de Rojo - y recuerden, tienen que estar dormidos cuando él venga por la chimenea - decía mientras apuntaba al calefactor del... ¿hogar? temporal dónde nos encontrábamos.

Aunque ya sabía que el viejo gordo no es real... aún me causaba alegría el saber que al día siguiente tendría un regalo, del cual le agradecía a padre una vez llegara de nuevo la noche. Rojo por otra parte, veía a padre con cara de no creer mucho que un gordo pudiera entrar en una chimenea, menos a través de un calefactor.

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2022 ⏰

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