Capítulo 1

35 8 0
                                    



El cielo se dibujada gris sobre nosotros con tonos azulados y la tierra aun blanda por las lluvias de otoño. Desde el pie de la colina hasta el bosque había un camino tan angosto que solo se podía caminar en fila de a uno. Rodeando el valle pasamos por unas tumbas, fue cuando Nitram señaló el bosque templado detrás de la colina.

A los márgenes del camino los zarcillos aun se aferraban a la vida y sin más mi campo de visión se apoderó de la imagen más bella. Mi boca se abrió completamente, árboles frondosos de color verde con plantas lilas y el piso estaba combinado entre tierra y un césped verde muy brillante que parecía artificial.

- En otros tiempos el bosque Compiegne llegaba hasta Ardenas - dijo Nitram - Antes de la conquista en este mismo bosque habían ciervos que ningún hombre podría haber cazado a todos en una sola vida, porque aquí solo podían cazar el Rey y sus hombres.

- ¿Qué pasó entonces?- pregunté casi sin aliento por el trote.

Por el rostro del hombre se deslizaba un fina gota del sudor.

- Los ardeneses talaron parte del bosque para que pastaran sus animal; vacas, caballos, ovejas...

- Recuerdo haber venido con el Rey y mi padre hace un par de meses - noté la mirada de intriga de mi acompañante - Los tres competíamos por quien lograba cazar un alce antes crepúsculo, pasábamos el día entero correteando como animalitos entre los árboles, solo el Rey Marcus llegaba con las manos llenas pero no hubo vez que no me diera la victoria a mi. Mientras tanto mi padre enojado por no conseguir nada siendo él el experto en estrategias.

Mi cuerpo se congeló en ese instante , sentí la impotencia viniendo y todo lo que viví junto a ellos fue un claro caleidoscopio pasando por mi cabeza, fueron segundos, tan pocos. La imagen de mi padre invadió mi mente, ojeroso, rasguñado, sucio, su ropa bañada en sangre sin su brazo a punto de desfallecer, el no estaba a mi lado y no volvería a estarlo. El peso de mi cuerpo se hizo mas grande, mis manos estaban frías y cayó la primera lágrima.

- Valette - escuché la voz del hombre a mi lado mientras que con una de sus manos me movía - Se que te duele mucho - dijo comprensivo, no estúpidamente suave, pero tampoco agresivo.

Giré levemente mi rostro a él - pero no puedes rendirte ahora.

Escuchar aquello me desconcertó. Mi cuerpo estaba débil para reaccionar como habría reaccionado en otra ocasión, pero seguí caminando.

Acampamos bajo unos robles, las nubes cubrían cualquier luz que la luna y las estrellas pudieran proyectar, la neblina permanecía sobre nosotros, pesada y sobrenatural. La humedad del suelo empapaba mi vestido, temblé y miré a Nitram. El también sentía el efecto del frio.

- Mi hermano falleció cuando apenas tenía quince años - el joven habló y se miró las botas- Era escudero del Rey y lo abatieron en el campo de batalla. Decenas de miles habían muerto ese día.

- Lo... lo siento mucho - murmuré cabizbaja - ¿Él también conoció a mi padre? ¿Cómo se llevaban?-

Hizo una mueca - A Alphonse nunca le ha caído bien, durante la Rebelión mi hermano combatió a favor del Reino de Kent, así tenía la seguridad de estar en el lado ganador. Era un cobarde - rió e hizo una pausa - Cuando vi su cuerpo me paralicé y mi vista se nubló, había roto la promesa que le hice a nuestra madre. Lo único que se me ocurrió decir con la esperanza de que me respondiera de "por favor vuelve" - sus pupilas se dilataron y parpadeó unas cuantas veces- Sentí que mi única razón de estar en esta tierra era él y no tenía propósitos de seguir. Alphonse me ayudó esa época, a decir verdad fue el único y le debo mi vida ahora, por eso te pido que si no quieres que su muerte sea en vano, te recuperes de esa herida y regreses a pelear por tu trono.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 29, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mercia, El imperio de la MiseriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora