Ningun pecado se espero que cuando se reencontrarse nuevamente con su Capitán despues de 10 años este tubiera una argolla matrimonial en su dedo anular y presentase a una mujer de cabellos rosas como su esposa.
-chicos, ella es Kanon. Mi esposa-
--P...
Meliodas vio hacia la ventana, el Sol subia de apoco y era el unico despierto en estos momentos. Quizas ya dabia levantar a los demas, primero que nadie a Kanon.
Subio tranquilo las escaleras y entro a la habitacion, Kanon y Elizabeth dormian plasidamente, ambas con heridas. Lo raro era la diferencia en su dormir, Elizabetg dormia boca arriba sin mover un musculo, y Kanon, ella queria más espacio para moverse, más cada ve que lo hacia deformaba su cara en uma mueca por el dolor de las heridas.
Se acerco a ella y se sento a un lado, que linda se veia dormir, el cabello rosa que ya de por si era despeinado ahora estaba mucho más revuelto. Rio ante eso y recordar como ella se peinaba sin exito de que le bajaran los pelos y enojarse con el pobre peine hasta llegar a romperlo.
Suspiro, y tomo la mano de esta y se angustio, no le agradaba nada el hechode que este herida, menos el pensar que estaba envuelta en lo que sea que se aproxime, pero debia seguir siendo fuerte. Se enfoco en ella.
Kanon—buenos dias—sonrio.
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Meliodas—¿estabas despierta?—pregunto inclinandose para besarle la frente.
Kanon—si, me desperte porque me dolia la pierna, pero raramente el dolor se fue—expreso y se sento de golpe en la cama.
Meliodas—no te sientes tan rapido, sigues herida, Kanon—pidio acercandose a ella y sobandole la mejilla.
Kanon—pero ya no me duele nada, en serio—dijo esta y se despego las bandas de la cara—¿tengo algun rasguño?
Meliodas abrio los ojos sorprendido, no habia nada, la piel de Kanon volvio a su color natural y los cortes cerraron. Sus ojos se enfocaron en Elizabeth, quizas abria sido ella.
Meliodas—veamos tu pierna—tomo las vendas de la misma y no, aquel profundo corte ya no se encontraba en su extremida, nada.
Kanon—¿que ocurrio?, estoy sanada—miro su cuerpo.
Meliodas—no lo se...—
Diane—¡¡buenos dias, capitan!!, ¡¡buenos dias, Kanon!!—saludo alegre desde la ventana.
—¡shhhhhh!—callaron ambos y señalaron a la albina que seguia durmiendo.
Diane—¡ups!—se cubrio la boca.
Elizabeth—mhh...¿chicos?—abrio los ojos de apoco.
Meliodas—buenos dias, Elizabeth. ¿Como te sientes?—pregunto a un lado de Kanon.
Elizabeth—estoy bien, no se preocupe, Señor Meliodas—sonrio tiema—señorita Kanon, ¿como se cuentra usted?, diga me—
Kanon—sorprendentemente estoy como nueva. Mis heridas sanaron esta noche, no puedo explicarmelo—dijo tocando sus brazos—perece que no corriste con la misma suerte...—
Elizabeth—aun asi estoy bien...—
Meliodas—bien, ¿que quieren desayunar?—pregunto juntando sus palmas.
