Ocultando lo imposible de ocultar
Me desperté con Grecia a mi lado, su cuerpo pegado al mío, recordándome cómo habíamos pasado de pelear a entregarnos el uno al otro en medio de esa tensión incontrolable.
La rabia y el deseo se mezclaban en una combinación peligrosa, pero irresistible. Observé su rostro relajado, tan diferente al de la noche anterior, cuando todo parecía explotar entre nosotros. Sabía que esa noche no había resuelto nada, solo añadido más complicaciones a nuestra ya tensa relación. Pero ahí estaba, atrapado entre protegerla y el deseo innegable de tenerla cerca.
Me levanté con cuidado, intentando no despertarla. La seguridad de Grecia era mi prioridad, y no podía permitirme bajar la guardia, especialmente ahora que su vida pendía de un hilo.Al llegar a la mansión, no tardé en reunir a mis compañeros para ponerlos al día.
—Alguien ha puesto precio a Grecia. La buscan por algo que podría condenar a mucha gente —les informé con tono grave.
El silencio se rompió cuando el novato soltó un comentario fuera de lugar.
—¿Diez millones por una malcriada? —dijo, con una sonrisa sarcástica.
La rabia me consumió de inmediato. En un parpadeo, me abalancé sobre él, golpeándolo con toda mi fuerza. Sentí el crujido de sus huesos bajo mi puño, pero no me detuve. Esta vez, no iba a ser compasivo.
—Escucha bien, imbécil —le susurré al oído mientras lo sostenía por el cuello de su camisa—, Si vuelves a abrir la boca y hablar sobre Grecia con ese tono, no solo te romperé la cara. Ella es intocable, Mi paciencia tiene un límite, y si traspasas esa línea, me aseguraré de que no solo lo recuerdes, sino que te arrepientas de cada segundo de tu vida, ni todo el dinero del mundo podrá salvarte de lo que te haré.
El miedo en sus ojos me satisfizo lo suficiente como para soltarlo. Cayó al suelo, jadeando, mientras Anderson y los demás se mantenían a una distancia segura. Sabían que, cuando se trataba de Grecia, no había límites para lo que podía hacer.
—Liam, ya basta —dijo Anderson, tratando de calmarme, aunque él mismo sabía que no era tan sencillo.
Me aparté, tratando de recuperar el control, pero la furia aún ardía en mi interior. No iba a permitir que nadie se acercara a Grecia con malas intenciones. Estaba dispuesto a destruir a quien fuera necesario para mantenerla a salvo.
Me di media vuelta para entrar a casa pero no sin antes decir algo:
—Y créeme, no querrás ver lo que hago cuando estoy enojado.
Esperaba que no solo el novato tomara sus precauciones si no también el resto de los hombres. Por que... No me importaría sacar mi arma y apuntarles a la cabeza sin ningún tipo de remordimiento
No me fiaba del todo de ese chico. La nieve, que hace un par de semanas había comenzado a derretirse, ya había dado paso a temperaturas más de primavera-verano. La casa estaba aún destruida por la fiesta de ayer.
— ¡La señora Sprint llama!
Genial, más con qué lidiar
Emiliano y Lexi disfrutaban del sol afuera y, al escuchar los gritos, entraron apresurados. Grecia salió de su cueva sin mirarme y estando alejada de mí.
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BONITAS MENTIRAS
Roman d'amourEl amor y las mentiras son dos cosas que no podemos ocultar pero cuando tu mundo está construido sobre secretos y mentiras es como si te convirtieras en otra persona como sí..tu vida no fuera tuya y solo vivías lo que los demás querían que vivieras...