16|Conflicto.

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—No está con Iván si es que tu cabeza azul ya está empezando a realizar una película dramática digna de un premio cinematográfico, Hanssen

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—No está con Iván si es que tu cabeza azul ya está empezando a realizar una película dramática digna de un premio cinematográfico, Hanssen. Ringo no cometería tal error —apoyo una mano en su pecho al haberme sentado en la montura de la motocicleta —. Estoy segura que fue a despejar la mente en un lugar especial, es posible que no lo conozca de años como tú, pero créeme, yo tampoco sería tan estúpida para visitar a un exnovio.

—Es mi hermano, si algo le pasa...

Le acerco el casco para que se lo ponga.

—Vamos conejito, al parecer te va a dar un ataque de nervios —le sonrío y él toma el casco, también me ayuda a ponerme el mío a pesar de que sé hacerlo, me da un beso en la frente y se aparta para subirse.

—¿A dónde vamos?

—Al zoológico.

—Tienes que estar bromeando —le rodeo la cintura con los brazos y le lanzo una mala mirada por el espejo retrovisor —. Okey, solo no te enojes y empieces hablar japones que no cargo mi jodido diccionario.

Mis cejas se elevan a modo de sorpresa.

—¿Desde cuando tienes un diccionario? —inquiero divertida adhiriéndome a su espalda pegando mi mentón en su hombro —. Me encantaría escucharte pronunciar, aunque sea una palabra.

—No.

Watashi no otokonoko wa itsumo no yō ni shitashimi yasui —espeto con sarcasmo.

—Mako, habla en nuestro idioma.

—No —respondo en el mismo tono que él —. Hasta que te dignes a decir, aunque sea una frase.

—Voy a terminar haciendo el ridículo —niego con la cabeza.

Me sorprende que tenga el interés por aprender mi idioma. Ocasiona que me den ganas de pegar de saltos y darle muchos besos, pero sería demasiado para él mi comportamiento y no quiero agobiarlo ahora que está preocupado por Ringo, lo considera como su hermano menor y con la mínima acción ya comienza a entrar en desesperación. Yo nunca tuve hermanos, así que solo estoy intuyendo lo que Hanssen podría sentir.

—Sí quieres aprender, solo tienes que pedírmelo.

—¿Y permitir que te burles de mí?

—No voy a hacerlo —le doy un apretón en el abdomen.

—Lo pensaré.

—Pero no te tardes que es por tiempo limitado, conejito o luego tendrás que pagar una tarifa bastante alta —me muerdo los labios evitando carcajear —. Podemos seguir hablando de las ofertas después, ¿vale? Hay un chico que ir a buscar.

Hanssen asiente con la cabeza. Enciende el motor y nos desplazamos por las calles transitadas de la ciudad de manera tranquila sin provocar nuestras muertes como cuando escapábamos de una patrulla. Toma las desviaciones más cortas hasta que llegamos al estacionamiento del zoológico, me ayuda a bajar de un saltó cuando aparca alado de mi coche que está en diagonal y trepado en la acera.

Un deseo prohibido #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora